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Néctar de dioses
“Las Poblanitas”, fonda y cantina, no está en Puebla: está en Oaxaca. Su propietaria, doña Gloria Toledano, tiene en su establecimiento un letrero grande que a la letra dice:
Aquí se viene a tomar,
no a hacerse pendejo.
Conocedora de la vida, doña Gloria trata con cristiana caridad a los crudos. Llegan ellos a su local muy de mañana, con actitud contrita -no hay hombre más humilde que un crudo-, y ni siquiera le dicen lo que me dijo a mí un borracho de Saltillo:
-Le pido que me trate con respeto y consideración, pues ando crudo. Soy animal sagrado.
Doña Gloria acoge con maternal solicitud a los que sufren heridas de noche anterior y les administra sin costo, por pura humanidad, un infalible elixir hecho por partes iguales de mezcal e infusión de poleo, taumaturga hierba que en Oaxaca se conoce con el nombre de “hierba del borracho”.
Yo digo que doña Gloria Toledano llegará a los altares algún día, pues ejerce una forma de caridad tan grande como aquéllas que cumplieron la Madre Teresa de Calcuta o San Vicente de Paul. En efecto, el crudo es un enfermo de alma y cuerpo. Sus sufrimientos son acerbos, y sus dolores infinitos. Dice una frase conocida: “Come, bebe y sé feliz, porque mañana morirás”. Hay que añadir: o desearás estar muerto. “¡Opéreme, doctor!”, clamaba un crudo. En vano suplicaba el infeliz, pues la cruda no es mal que pueda remediar el escalpelo.
Entre los muchos dones que de Diosito he recibido está el de no haber sabido nunca lo que es una cruda. He incurrido en excesos formidables, lo confieso, pero jamás he pagado por ellos más precio que el de la cuenta. Suele decirme don Abundio: “El vino, licenciado, hay que saber mearlo”. Con eso quiere significar que el acto de beber ha de cumplirse con prudencia. En mi caso esa prudencia consiste en no mezclar bebidas, y en tomarlas de modo que ellas no me tomen a mí.
Además casi siempre tomo tequila, y esa bebida prodigiosa tiene entre sus muchas virtudes la de no provocar daño mortal, o sea cruda. Por eso, agradecido, escribí aquella “Oda al tequila” que anda ahora en todas partes. Acaba de aparecer en la revista mensual que publican los tequileros de Jalisco. Les voy a enviar a esos magníficos señores unos versos anónimos que acabo de encontrar, también dedicados al tequila. Helos aquí:
Néctar bendito de Dios,
regalo de los magueyes,
que lo mismo das favor
a proletarios que a reyes.
A ti, que me haces cantar
en mi pena, yo te pido:
si no la puedes curar
ayúdame a echarla a olvido.
Tequila, precioso don
salido de los agaves:
yo te rezo esta oración
para que nunca te acabes.
Oaxaca tiene muchos sitios que deben visitarse. “Las Poblanitas”, cantina y fonda, es uno de ellos.
Envío un afectuoso y agradecido abrazo a Gabriel Pereyra, gran periodista, gran amigo, hombre de bien que ama a Oaxaca con inmenso amor.