No puede llover todo el tiempo… (II)

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No puede llover todo el tiempo… (II)

Siempre habrá cosas peores. Al parecer, las cosas peores siempre siguen a las cosas difíciles. Nos llueve sobre mojado a los norteños. Se ve y veo, desesperación, angustia, desesperanza. Incluso, ya veo miedo. Y claro, hay hambre. El termómetro son las calles donde hay hordas de pedigüeños. No tienen trabajo digno a la vista. Son ciudadanos en su mayoría foráneos, llegados del sur del país los cuales fueron despedidos de múltiples empleos, fábricas y factorías. Vinieron huyendo del hambre en sus ciudades y pueblos y aquí encontraron trabajo digno y respeto. Pero, la pandemia se ha llevado todo. Muchos de ellos no quieren ni van a regresar a sus pueblos. Hay un motivo: allá está peor. Es el sur siempre atrasado y quejumbroso de Andrés Manuel López Obrador. Ni los nativos de allí creen en el iluminado de Macuspana. Por eso emigran aquí, al norte.

Lo ha dicho el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), sólo de abril a mayo pasado, el ingreso laboral en los hogares cayó 6.2% en términos reales. La pobreza laboral lo dice el mismo organismo en su más reciente Informe, repuntó en México hasta llegar al 54.9%. En traducción directa al lenguaje cristiano es lo siguiente: no hay trabajo, es muy escaso; cuando lo hay, el ingreso es insuficiente. Es decir, estamos más que jodidos hoy. La pandemia tuvo dos aliados para darnos en la madre, en toda la maceta: las erráticas políticas de economía y sanidad de Andrés Manuel López Obrador y el huracán “Hanna”, el cual se ha cebado aquí en el Norte con nosotros.

Gracias por leerme. El anterior texto con estos temas, titulado de la misma manera a éste, fue bien acogido por usted. Gracias. Llegó una gran riada de lluvia, una marejada y todo se llevó a su paso. Incluyendo desgraciadamente, vidas humanas. El agua tiene memoria. Va a pasar por los mismos cauces, vertederos y ríos por siempre. ¿Usted tiene allí su residencia? La riada de agua se la va a llevar. Hoy o mañana. Así tenga cimientos supuestamente firmes, el agua a su paso, todo se va a llevar. Fue lo que pasó en el fraccionamiento “El Campanario”. Familias perdieron todo su patrimonio. Las casas en ese predio estaban cuantificadas en al menos, cinco, seis millones de pesos cada una. Amén de perder dicho patrimonio, se perdieron muebles, cocinas, alacenas, sillones de lectura, cosas materiales pues, pero que a todos duele y harto. Pero también, se perdieron alhajas, dinero en efectivo, libros, cuadros familiares preciados, imágenes religiosas votivas… se perdió parte de la vida misma a dichas familias.

Los afectados de ese fraccionamiento tienen el nombre y apellido del culpable: el inefable Isidro López Villarreal, “Chilote” López, ex alcalde de Saltillo. Sin duda, el panista, el ex alcalde de más triste y gris recuerdo en nuestra ciudad. “El tonto útil” del pueblo, como lo bautizó en su momento el despiadado y crítico Luis Carlos Plata.

ESQUINA-BAJAN

Al autorizar la barda perimetral sobre el arroyo “El Blanco” el 15 de mayo de 2017, por parte de la empresa “Desarrollo y Proyectos Mendel SA de CV”, autorizó por ignorancia y negligencia, el desastre natural que se abatió sobre cientos de vecinos. ¿Por qué Isidro López Villarreal no es contratado como CEO de su propio grupo, GISSA? Pues por eso mismo, porque no sabe nada y todo lo echaría a perder. Todo lo mandaría a la chingada. La empresa quebraría. Por eso mejor que se dedique a la política con los cresos panistas. Igual que Manuel López Villarreal, quien como Alcalde de mi ciudad, mandó rehabilitar una parte del Teatro García Carrillo y le mandó poner… ¡vitropiso! a semejante construcción de abolengo saltillense.

La ignorancia tiene un costo muy alto. Ellos, toda esa familia así caminan por la vida. Son tan pobres que únicamente tienen dinero. Y no lo saben gastar, caray. Avanzamos. El poder del agua es bíblico. Lo vimos en el texto anterior. Cuando David salió a luchar contra los filisteos, Dios le dijo no se preocupara, él estaría con ellos y le daría la victoria. Dios siempre cumple lo que promete señor lector. Las palabras de Dios siempre son “Sí” y “Amén”. A David le dio la victoria. Se lee en 1a Crónicas: “Dios rompió mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas”. Aquel lugar fue llamado “Baal-perazim”, “El Señor que quebranta”.

David comparó el poder de Dios con el poder de las aguas, una riada de agua la cual rompe todo, lo quebranta todo, lo arrastra todo y no, no se puede contener. Si la familia López va a seguir echando a perder aquí en la ciudad, si sus hijos, los hijos de sus hijos y ellos mismos van a seguir en la política y ocupan cargos y puestos, sería conveniente mandarlos a estudiar a cualquier escuela primaria pública. Habría que regalarles buenos libros (adivino, no tienen biblioteca privada) y claro, una Biblia. La cual no se usa como “calza” para equilibrar la pata chueca de su comedor o un sillón para consultar el “celular inteligente”; no señores, hay que leerla. Por favor.

Al momento de redactar estas notas, sigue lloviendo. Afuera llueve en mi residencia. Pero, ya también llueve adentro. Se filtra el gua por recovecos inesperados. Hablo vía telefónica con mi hermana y con la risa de sus mejores días, me dice “oye, aquí en la casa ya llueve más adentro que afuera. Jaja…”. Así es ella. Jamás, jamás tiene llanto ni tristeza en su boca ni palabras quejumbrosas. Será porque la vida la ama y ella ama a Dios y a la vida. Siento que de tanto estar encerrado y con esta lluvia, un pertinaz y silencioso moho se empieza a impregnar en mis ropajes y en mis muebles. En las noches juro, lo siento crecer, madurar, comerme. Tal vez ya soy moho yo mismo.

LETRAS MINÚSCULAS

Mientras tanto, parece que ya escampa…