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Nombres kilométricos
Elegir nombres kilométricos a los acuerdos sacados de la manga –como una simulación más de que hay capacidad de respuesta a los cambios que nos enfrenta la realidad– y pretender que confiemos en que existe un proyecto de Nación no necesariamente significa que éstos impactarán en la percepción de una ciudadanía golpeada con falsas promesas de todos los colores partidistas.
El Acuerdo para el Fortalecimiento y la Protección de la Economía Familiar fue recibido el 6 de enero de 2017, sin causar el mínimo efecto especial en la conciencia ciudadana. Por cierto, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) no quiso firmar, ya que el escrito que le enviaron a escasas dos horas de la firma oficial carecía de metas claras, objetivos específicos y métricas que permitieran evaluar avances.
Nombres kilométricos sin control interno, sin el diseño de una metodología rigurosa para el cumplimiento cabal del objetivo, son como burbujas de jabón: iridiscentes, pero efímeras.
Los requisitos para que un objetivo se cumpla son: que sea realizable, escrito con lenguaje claro de alta precisión, debe cumplir el beneficio tangible prometido, ser un reto para todos, medible para monitorear el avance de resultados. Por último, quienes se comprometen con un objetivo deben tener control directo sobre los resultados.
La vida digna y la prosperidad para 119 millones 938 mil 427 personas (Inegi, 2016) requiere de una administración responsable y transparente que atienda prioridades y lleve a cabo la agenda ciudadana, no la agenda personal dictada por la codicia de quienes llegan a un cargo de servidor público.
“No olvidemos nunca esta verdad fundamental: el Estado no tiene más dinero que el dinero que las personas ganan por sí mismas y para sí mismas. Si el Estado quiere gastar más dinero, sólo puede hacerlo endeudando tus ahorros o aumentando tus impuestos. No es correcto pensar que alguien lo pagará. Ese ‘alguien’ eres ‘tú’. No hay dinero público, sólo hay ‘dinero de los contribuyentes’”, aseguró Margaret Thatcher.
Los grupos parlamentarios se asignaron 4 millones 400 mil pesos para dar mantenimiento preventivo y correctivo a 121 autos. Los legisladores no pagan gasolina, reciben vales hasta para estética y gimnasio. Los informes del gasto presupuestal revelan que los honorarios legislativos pasaron de 795 millones de pesos a mil 341 millones de pesos. De enero a septiembre de 2016, el gasto del Senado y asesores pasó de mil 848.11 millones de pesos en septiembre 2015 a casi 3 mil 82 millones de pesos.
Más los miles de millones de pesos que desaparecen en cada “ejercicio”, con “mirreyes” que acaparan privilegios a costa del bienestar básico del pueblo que no está en el radar de su conciencia, porque han dejado en el camino todo vestigio de sensibilidad humana hacia los demás.
Si ese despilfarro se destinara a la preparación de jóvenes talentosos, a la generación de ciencia básica y aplicaciones científicas, nuestro País se vería fortalecido con el capital humano que podría llevarnos a tener una economía del conocimiento que nos sacara a flote. Eso sí nos colocaría en la ruta de la prosperidad sostenida.
¡Decídete a ser feliz hoy!
@_A_lfonsina