Nuevamente las mujeres alzan la voz

Usted está aquí

Nuevamente las mujeres alzan la voz

La edición 2018 del Festival Internacional de Cine de Cannes, iniciado apenas el pasado 8 de mayo, ha dado mucho de qué hablar más allá de lo estrictamente relacionado con el llamado séptimo arte. Contra las más conservadoras tradiciones, el encuentro cinematográfico de marras comenzó con una conferencia de prensa ofrecida por su director artístico, Thierry Fremáux. Ahí, el encargado de aperturar el evento, abordó delicados temas al tiempo que tocó fibras sensibles para quienes pertenecen a la industria fílmica. En su intervención, lo mismo se refirió al cuestionado regreso del director y guionista de origen danés Lars von Trier —quien en 2011 fue expulsado del Festival por comentarios en los que dejó ver su simpatía por Adolfo Hitler— que a la “invitación” (con carácter de obligatorio) para que los participantes eviten comportamientos sexuales que pudiesen resultar ofensivos o incómodos para el resto de los asistentes. Igual se habló de la extraña prohibición de tomar “selfies” en la alfombra roja, extremas medidas de seguridad frente al temor de un ataque terrorista. 

Ante la parafernalia del prestigiado evento cinematográfico, indiscutiblemente quienes dieron la nota fueron las mujeres. Encabezadas por la directora francesa Agnès Varda —pionera del cine feminista y quien en el 2017 recibió el Oscar honorífico por su amplia trayectoria— un grupo de 82 cineastas y actrices desfilaron por las escalinatas del Gran Teatro Lumière, en donde demandaron que su trabajo sea valorado al igual que el de los hombres y que, además, les sea garantizado un espacio seguro para su desempeño profesional. El referido manifiesto tiene sus orígenes en el escándalo protagonizado por el otrora poderoso productor de Hollywood, Harvey Weinstein, quien aún sigue acumulando acusaciones por acoso sexual y cuyas conductas motivaron la viralización del famoso hashtag #MeToo, impulsado por la actriz y activista estadounidense Alyssa Milano. 

La histórica estampa que nos muestra a un puñado de mujeres, elegantemente ataviadas, exigiendo a todo pulmón el respeto a sus derechos en el marco del festival internacional más importante en su tipo, no es más que el reflejo del clamor mundial por una verdadera igualdad sustantiva. Lo mismo en la industria de las películas, que al interior de una maquiladora, las mujeres han emprendido la difícil tarea de unir sus voces para demandar un trato digno y el impostergable freno a los abusos cometidos en su contra. 

No debemos cerrar los ojos ante la terrible realidad: las oportunidades para mujeres y hombres siguen siendo dispares"

La noticia sobre la manifestación de las mujeres en Cannes llegó a nuestro país acompañada por otra que revela datos alarmantes. De acuerdo con estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el primer trimestre del presente año, se registraron en México 620 casos de homicidios dolosos en contra de mujeres; 18 % más que los ocurridos en el mismo período del 2017. Por si esto fuera poco, al analizar la incidencia de muertes violentas de mujeres, se afirma que estas han incrementado 36% respecto al 2016 y 64% en relación al año 2015.  Según reportes oficiales, las entidades federativas que han resentido en mayor medida este flagelo son Guanajuato, Estado de México, Guerrero y Baja California; tan sólo estos cuatro estados concentran casi la mitad de las víctimas del país.

Y si bien, no todos los asesinatos de mujeres se colocan en el supuesto, los gobiernos federal y locales acordaron —desde diciembre del año pasado— que cualquier muerte violenta de mujeres, sea investigada bajo los protocolos que corresponden al feminicidio. 

Aquí en confianza, no debemos cerrar los ojos ni tapar nuestros oídos ante la terrible realidad. Las oportunidades para mujeres y hombres siguen siendo dispares; ellas sufren todos los días discriminación salarial, política y social. Incluso, se llega a afirmar que, a nivel mundial, una de cada tres mujeres es o ha sido víctima de alguna forma de violencia. Y sin duda, el atroz extremo de la desigualdad es el que lleva a las mujeres a su muerte, por el solo hecho de ser mujer.

Escribió el activista Jackson Katz:Calificar a la violencia de género como un asunto de mujeres es parte del problema; da a una enorme cantidad de hombres la excusa perfecta para no prestar atención”.