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Pandemia y educación: los pobres, los más afectados
La advertencia llegó temprano luego de que la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 dejó claro que sus efectos irían mucho más allá de la salud pública e impactarían en todos los aspectos de la vida cotidiana, entre ellos la educación: los más pobres serían los más afectados.
Emanuela di Gropello, directora de la práctica regional de Educación en el Banco Mundial, advirtió el pasado mes de junio que la afectación que la pandemia está generando en el sector educativo en América Latina se traduce en la generación de una “crisis silenciosa”.
“La crisis de salud es evidente, y las crisis económica y social también. Pero la crisis en la educación está en proceso y será más visible en el futuro. Es resultado de pérdidas muy probables en el aprendizaje y las crecientes desigualdades en el aprendizaje que veremos en la región”, dijo entonces en una entrevista.
No se trata de ninguna novedad, desde luego, decir que los pobres son quienes menos beneficios consiguen obtener del sistema educativo y que su condición social les dificulta más el encontrar en la educación una herramienta eficaz de movilidad social. Pero la pandemia ha profundizado las diferencias y ha vuelto aún más difícil la situación.
Evidencia de lo anterior es el reporte que publicamos en esta edición y que incluye datos estadísticos realmente alarmantes: en Coahuila, el 16 por ciento de los estudiantes de educación básica estarían en riesgo de abandonar sus estudios debido a que no cuentan con las herramientas tecnológicas para recibir instrucción a distancia.
De acuerdo con el secretario de Educación de Coahuila, Higinio González Calderón, la mayor parte de los 100 mil 800 alumnos que se encuentran en esa situación viven en las zonas rurales de la entidad y el resto –poco más de un tercio– vive en la periferia de las zonas urbanas.
“El mayor de los problemas es que a veces en una misma casa hay dos o tres niños y todos tienen que utilizar la misma computadora, y tienen por eso dificultad para distribuirse el tiempo. También tenemos la dificultad de que a veces el internet no funciona bien en todas partes”, señaló el funcionario.
Se trata de un desafío sin precedentes para las autoridades educativas pues, con independencia de las condiciones materiales generadas por la pandemia, el Estado sigue teniendo la obligación de garantizar educación a los niños, adolescentes y jóvenes.
La situación actual requiere por ello de un ejercicio también inédito de imaginación e ingenio, que implique diseñar estrategias capaces de contener las terribles consecuencias que implica para los más pobres el quedarse rezagados en materia educativa.
La educación ha sido colocada, por las sociedades democráticas, en el centro de su estrategia para abatir la desigualdad. La existencia de una contingencia sanitaria no debe constituirse en el obstáculo para que siga cumpliéndose dicho objetivo y ese es el desafío que las autoridades están convocadas a vencer.