Partido, persona, trayectoria y actitud

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Partido, persona, trayectoria y actitud

Trump o Biden. Demócrata o republicano.

Son binomios en la disyuntiva. Es el dilema, la encrucijada. Repetir o estrenar. Continuidad o viraje. Ya hay millones de votos adelantados enviados por correo. Ya hubo campaña y esos que intentaron ser debates. Se hacen pronósticos o se contrastan pros y contras.

Allá no es la simple suma matemática que da, si no mayoría absoluta, si revela cuál es la minoría más grande que da el gane. En cada Estado hay un ganador de votos electorales correspondientes a cada uno según su densidad poblacional.

El conteo definitivo no es el de los votos directos de la gente, sino los que a cada ganador le otorgan cada Estado. Los estados mayores como California, Texas, Pensilvania, Wyoming y Florida son los que más pesan en la balanza final.

La moneda está en el aire. Que las encuestas se inclinen un poco más a favor de Biden es algo ambivalente. Ya se comprobó en la pasada elección que hay sorpresas de última hora que contradicen a las mejores agencias encuestadoras. Hasta el último minuto se sigue observando partido, persona, trayectoria y actitud.

Parece que no habrá posibilidad de señalar ganador el mismo día por tanta votación postal. Ese retraso propicia las sospechas y los señalamientos de irregularidades.

Acá se nota esa postura resignada de “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Veremos si esta noche ya se declara vencido uno de los dos...

AEROSOLES INFECCIOSOS

Cada individuo tiene su propia nube. Y cuando el espacio es cerrado o las distancias se minimizan, se aproximan las nubes y se suman las virulencias.

Ya no sólo por gotículas, sino con aerosoles respirables. Por eso los semáforos sanitarios no conocen el verde y andan zigzagueando entre naranja y rojo. Las intensificaciones de contagio se recrudecen en grados variables en cada estado de la federación. Coahuila no palidece su enrojecimiento casi habitual.

PLURALIDAD, DIVERSIDAD, COMPLEMENTACIÓN

No funcionan unicidades. Ni uniformidades. Sólo funciona la unidad que supone pluralidad, diversidad y complementación.

Ya se vivieron en la historia las intentonas de unicidades y de uniformidades. Y se vivieron también las oposiciones de destrucción recíproca en que la humanidad se convirtió en una serpiente que se mordía la cola.

Una pluralidad de diversidades tiene siempre como mejor destino la unión complementaria.

Muchos, distintos, a lo largo de la historia, han tendido a oponerse y a separarse.

No se forma un organismo sino una colección de tumores enemistados.

No hay encuentro sino conflicto. No hay integración sino exclusión, descalificación, descarte, marginación.

Se vicia la comunicación tachando el diálogo e incurriendo en actitudes polémicas, dilemáticas, apologéticas y dogmáticas, olvidando límites humanos.

El otro se ve como estorbo, obstáculo, inferioridad, inutilidad y se utiliza una innumerable colección de etiquetas hirientes.

Así resultan pandemias virulentas de individualismo y sectarismo. No se aprovecha la riqueza espiritual, intelectual y material y cada uno vive confinamientos egolátricos. Estos encarcelamientos relacionales impiden las saludables solidaridades de una fraternidad confiada y respetable.

Ante los reacomodos continentales se abren oportunidades de no seguir cojeando del mismo pie. De atreverse comunitariamente a estrenar algo mejor que el desahogo frustrante.

Todo se inicia en una renovada actitud al pensar. Se reflejará en un nuevo estilo al comunicarse, empezando por los ambientes más íntimos, cercanos, pequeños e inmediatos... Así en lo público ya no se buscará lo amarillista y escandaloso, sino la sabiduría de una acción siempre orgánica y saludable...