Pensemos en plural, pensemos en México

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Pensemos en plural, pensemos en México

Aunque el mundo cambió a partir de la divisa revolucionaria de la igualdad y la libertad, principios fundamentales que soportan la dignidad que usted y yo poseemos, el monoculturalismo como forma de vida sigue conflictuando nuestras relaciones interpersonales. Parece ser que no nos ha quedado claro que la multiculturalidad y la diversidad no tienen marcha atrás. Unos y otros buscamos imponer nuestras visiones particulares de mundo, de sociedad y de costumbres, y seguimos sin entender que eso no es la democracia.

A la democracia se le liga con conceptos como la tolerancia, el respeto, el diálogo, la pluralidad, inclusión, la apertura y la flexibilidad, entre otros. Lo contrario sería la intransigencia, el fanatismo, la obstinación, la cerrazón, la intolerancia, el fundamentalismo, la ceguera, el egoísmo, la necedad y la inflexibilidad que son la base de la división social. Aunque pensemos, sintamos, creamos y obremos distinto, es más lo que nos une que lo que nos divide.

El problema radica en que no hemos entendido lo amplio y lo rico del concepto “democrático” y lo hemos confundido con percepciones subjetivas y acotadas de lo que creemos que es. El respeto activo, la tolerancia y el diálogo son básicos en una sociedad plural. Está claro, al momento seguimos sin superar los binarios heteropatriarcales que nos confrontan y dividen.

Los conflictos en Medio Oriente tienen que ver con los fundamentalismos que parten de cosmovisiones valiosas, pero subjetivas, que buscan imponerse a cualquier precio, independientemente del menoscabo que se genere contra la humanidad, todo esto teniendo como base la religión. Sin embargo, en Occidente no somos menos fundamentalistas. El momento en que la religión y la política hicieron intersección, ardió el mundo.

Lo otro son los radicalismos que tienen como soporte la ideología. Son imposiciones violentas e intransigentes en la dimensión política y económica donde no se admiten términos medios. O conmigo o contra mí. No piense en ningún personaje de la política internacional o nacional, piense en usted. Porque lo que ocurre inmediatamente, cuando hacemos la lectura de un texto, es que comenzamos a ligar la reflexión sin aplicárnosla.

El respeto es “atender al otro”; el diálogo implica la escucha, aunque no estemos de acuerdo y la tolerancia es la disposición a admitir en los demás una manera de ser, obrar o pensar distinta de la propia, especialmente en cuestiones prácticas y religiosas. ¿Qué tan radical o fundamentalista es Usted? ¿Le da por imponer sus ideas y cosmovisiones a los demás sin apelar al respeto, al dialogo y a la tolerancia? Si es así, no se preocupe, estamos a muy buen tiempo de cambiar, antes de que acabemos de polarizar el país con los binarios que nos complican.

Por el bien de México, cambiemos el discurso. En una democracia, los programas políticos, económicos, culturales, energéticos, administrativos, educativos, fiscales y de seguridad deben de determinarse bajo el marco del consenso, no de la imposición. ¿Qué tanto participa o busca los cauces de participación que hoy se nos ofrecen? ¿Y en el caso de que no sepamos cuáles son, qué hacemos para hacernos escuchar? ¿Grilla, guerra de baja intensidad?

Los partidos, las religiones, los grupos empresariales y la sociedad en general debemos de dejar a un lado nuestra moral particular para comenzar a pensar en plural. Hay quienes acusan al Presidente de la República de tener un discurso que polariza, y algo hay de eso, pero los acusadores acaban polarizando también.

No se requiere tanto para saber que todos los grupos en el fondo tienen un anhelo de imponer sus criterios o bien de defender sus intereses, que no está mal, el problema es la forma. Lo único que atraeremos con la intransigencia y la cerrazón serán situaciones similares a las que se viven ya en América del Sur. ¿A dónde queremos llevar todo esto? Cambiemos el discurso.

Ni estamos en el liberalismo republicano de Juárez, ni en el gobierno aristocrático de Porfirio Díaz, es el México del siglo 21 y se requieren respuestas a una realidad que es diametralmente opuesta a la que se vivió en esos tiempos. La polarización que representan ambos momentos de la historia de México operativamente la reactivamos. Ni chairos, ni fifís; ni conservadores, ni liberales. Son más cosas las que nos unen que las que nos separan. Pensemos en plural, pensemos en México.

fjesusb@tec.mx