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Plaza
Plaza
A su pesar, pero con su permiso,
ha permitido así el dios de la nada
que discurra la vida, cautelada
entre la pesadilla y el hechizo
Las cosas sobrevienen sin aviso,
entre hombres rudos hay que usar la espada;
la magia abrazo en cada mujer, hada
que hizo de mis huesos lo que quiso.
La muerte acecha atrás de cada puerta,
la mañana que se desangra anula
la ambición. Un osario fue la plaza
donde encontrara a esa mujer experta
en torturas, autófaga en su gula:
descalza por la nada se desplaza.
Diario de vejez
La vejez es la edad de las respuestas,
aunque éstas ya no tengan mucho caso:
lo piensas mucho antes de dar un paso,
el sueño te abandona si te acuestas.
Cuentan más las echadas que las puestas;
en la calle, doy a torcer mi brazo
cuando se ofrece; el hígado y el bazo
son quienes pagan todas mis apuestas.
Si con dinero no compras mujeres,
como suele ocurrir, sirve de poco.
La vida estuvo hecha de deseos
y fingidas promesas de placeres.
Súcubas hubo hasta volverse loco,
pero ya clausuré su gineceo.
Ubi sunt
Cómo el tiempo se lleva a las mujeres.
¿A qué planeta va tanta belleza?
Pereció cada cuerpo que no pesa
tras brindarnos sus lúgubres placeres.
Quiero extraviarme en tales menesteres
del ocio, tributando así a su lesa
majestad la alabanza que no cesa
por sus cosméticos y sus enseres.
Debajo de la bella que madura
parpadea una antigua adolescente
que en el beso se acendra y se recobra.
El porvenir me llena de pavura;
sibarita, en las ruinas del presente
me habrá de redimir la buena obra.