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Política barata vs bicho
El aislamiento produce cosas raras. Al menos en mi caso. En sus memorias y diarios, el divino y atormentado Franz Kafka platicaba de una rutina emparentada con el demonio y con los sueños y pesadillas: se pasaba horas viéndose en el espejo. Era tanto el tiempo de observarse en el espejo, que éste terminaba por irse deformando. Se hacía una masa amorfa algunas veces; en otras, era un monstruo y no la cara del poeta la cual se hacía presente en el espejo. Los sueños de la razón nos dijo Francisco de Goya por su parte, producen monstruos. A ambos estetas y genios les creo.
A mí me ocurren cosas raras, todas relacionadas con las letras y el lenguaje. Aunque mi vida sigue en aparente “normalidad”, dicha normalidad seamos francos, ni se presenta ni es normal y mucho menos aceptable. Me cuido como siempre, atiendo las recomendaciones de las autoridades (aunque no creo en ellas) y trato de guardar una calma apenas puesta con alfileres en mi vida. Una cosa la cual he descubierto últimamente es que padezco “discalculia”. No sabía de este trastorno, enfermedad, piquete, mordida, virus maligno o como usted quiera llamarle. No se me asuste lector, no lo voy a contagiar. O puede ser que sí. Un psicólogo me dijo de este trastorno del aprendizaje. En traducción directa al cristiano es: tengo dificultades para realizar operaciones numéricas. Tal vez desde que tengo uso de razón he padecido lo anterior: las cuentas, los dineros y la marmaja no se me dan, no se me han dado jamás. Ahora con el aislamiento, pues esto ya es cosa diaria y común.
Los muertos se apilan en los panteones, en los hospitales, en las clínicas. Los contagiados se suman por legiones, por cientos diariamente en México: Dos mexicanos que dirigen al país y lo tienen en un puño, Andrés Manuel López Obrador y san Hugo López-Gatell hablan diario, de que la curva de contagios por el COVID-19 está bajando y controlada. Otros días dicen que la curva ya no es tal, sino que es una meseta estable. No un pico. Yo diario veo las cifras, las cuadro, las analizo y sí, mis cuentas numéricas me hablan de un país de espanto, donde la primera oleada de mordedura del virus ni siquiera ha terminado, para luego hablar de rebrotes. Lo que eso signifique.
Así está todo el país. Padezco discalculia entonces. Pero mi enfermedad no es mayor y no afecta a nadie. Pero, el presidente de Morena, que no de todos los mexicanos, Andrés Manuel López, padece de demagogia, miente, engaña, es populista y con sus políticas erráticas nos está llevando a una crisis de proporciones bíblicas. Lo peor, no quiere ni va a cambiar. Política barata vs la hartera virulencia y mortandad del virus chino. Lo anterior y a vuela pluma, son mis reflexiones al leer una nota norteamericana y el estudio de Michael Schifter, presidente de Inter-American Dialogue, cuando éste afirma tajante: los líderes populistas se resisten a confiar en la ciencia y la experiencia. Y pone como ejemplo a los tres líderes de países que están entre los seis primeros lugares de contagios y muertes: Estados Unidos, Brasil y México.
ESQUINA-BAJAN
Por decisión unilateral de AMLO, se abordó tarde y con medias tintas la llegada de la pandemia. Hoy se quiere terminar pronto. O de plano, ya no hay curva, sino meseta, afirma. Dice el analista Michael Schifter, “los líderes populistas confían en que saben lo que es mejor para solucionar los problemas que sus sociedades enfrentan. Se resisten a creer en la ciencia y la experiencia”. Y sí, los tres ejemplos son paradigmáticos: Donald Trump, Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador. “Cada uno de los tres odia ser contradicho y tiene un problema con los hechos”, ha señalado Duncan Wood del Wilson Center.
Los tres países son manejados a su antojo por sus caudillos. La gente desgraciadamente quiere y necesita un fuete en sus espaldas, no democracia ni libertad. Antes de la llega del bicho a nuestras vidas, México caminaba a la bancarrota en todos los aspectos. AMLO nos llevaba al precipicio de su mano: la inseguridad era y es implacable e insalvable. Había ya una recesión económica manifiesta que hoy se ha profundizado, es la administración federal con menos recaudación. Y con la pandemia, ha dejado de mandar las partidas presupuestarias a los Estados. Los planes y proyectos faraónicos siguen caminando a pasos de enano, pero caminan gracia a su tozudez.
Pero hoy aflora en el país la veta política la cual es un distractor monumental el cual le ha caído a AMLO “como anillo al dedo” para seguir entreteniendo a las masas y minando a sus adversarios políticos. Llegó al país un tecnócrata como Emilio Lozoya, el cual no militó ni pertenece al PRI y es delator de sus jefes y amigos. Ya hay implicados por filtraciones a la prensa. Políticos perredistas, priistas y panistas por igual. Lozoya Austin era millonario al llegar a Pemex. ¿Para qué aceptar el juego de la corrupción disfrazada de trabajo? Sólo él lo sabe. Aceptó órdenes, es responsable. Tibio, timorato y con miedo, harto miedo, hoy es un delator cuando ayer era un empresario y ex funcionario respetado y admirado. ¿Delatar para salvar algunos de sus millones? Caray, qué baja es la condición humana.
Al momento de escribir la presente nota, implicados ya están Miguel Osorio Chong, Luis Videgaray, David Penchyna, Ricardo Anaya, Francisco Domínguez, Francisco García Cabeza de Vaca… y claro, si aporta pruebas sólidas el delator protegido, puede llegarse a preceder legalmente en contra de Enrique Peña Nieto. AMLO si no gana, ladra que es “fraude”. Se autoproclama “guardián” de los procesos electorales y así, logra denostar y desplazar al INE. Yo mientras tanto, pierdo noción de muchas cosas; entre ellas, la verdadera tragedia de los números de las muertes y contagios.
LETRAS MINÚSCULAS
Hoy día ya superamos los 60 mil muertos por COVID-19 y vamos volando para el millón de contagiados. ¿Son pocos, muchos o nada? Padezco discalculia. Ya no tengo noción fiel de tantos y tantos hermanos mexicanos muertos…