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¿Por vocación o por fácil?
La semana pasada hablé con una estudiante de preparatoria de sexto semestre sobre qué carrera profesional había elegido estudiar. Me comentaba que se había decidido por un sistema abierto y a distancia, al preguntarle el por qué, me respondió: “Es más sencillo porque son puros trabajos, no hay exámenes”. Otro estudiante de prepa me decía: “Quiero estudiar una carrera que sea fácil, no quiero pasar todo el tiempo estudiando o haciendo tareas. Lo único que quiero es tener un título”. Un padre de familia me comentaba, preocupado, sobre esta nueva generación de muchachos: “No quieren esforzarse para obtener algo. No quieren que les afecten su vida social y comodidades”. Observo cada vez más muchachos universitarios que cambian de carrera porque es difícil o necesitan invertir más esfuerzo y tiempo, o es aburrida.
Estamos a casi dos meses para que miles de preparatorianos terminen su bachillerato, y a menos de 5 meses para que inicien una carrera universitaria. Esta es una de las cinco decisiones más importantes de vida, como lo es la elección de pareja, de trabajo o cambio de ciudad. ¿Qué tipo de carrera vocacional buscan? ¿Lo que les apasiona? ¿Conseguir su sueño? ¿Lograr plenitud como ser humano? ¿Alcanzar su sentido de vida? ¿Tener un título universitario? ¿Obtener un buen ingreso económico? ¿Estar con sus amigos? ¿Estudiar una carrera de moda y divertida? ¿Alguna carrera sencilla que no invada tiempo?
Cada vez más observo generaciones de muchachos que estudian una carrera universitaria sin pasión, esfuerzo y vocación. Hay poco sentido de vida en su elección de carrera y sólo siguen la corriente porque son empujados al siguiente escalón. Pocos se conocen, pocos saben qué quieren realmente en la vida, pocos están dispuestos a poner todo su esfuerzo para lograr sus ideales y muchos abandonan su vocación –si hubiera existido– ante la más mínima dificultad. Me llama la atención la actitud pasiva de muchas de mis alumnas universitarias. Al inicio de todas mis clases tomo asistencia y en seguida pregunto lo visto en la clase pasada. Tardo aproximadamente tres minutos en pasar lista y, cuando pregunto sobre lo visto la última clase, la mayoría no está lista: “Maestro, permítame un minuto en ver mis apuntes” o “No recuerdo. ¿Puedo revisar mi computadora?” Y no menciono a quién faltó la clase pasada y no se puso al corriente. Estamos a mitad del semestre y son muy pocas las que me contestan inmediatamente. Y son mucho más raras las alumnas que me dicen: “Maestro, la clase pasada vimos este punto y encontré un artículo que tiene otro punto de vista y dice…”.
Todos los alumnos, en teoría, están estudiando su carrera profesional porque les apasiona y les gustaría prepararse lo mejor posible para entregarse con plenitud a su vida laboral.
Los maestros universitarios comentan que invierten mucho esfuerzo y tiempo en llamarles la atención para que estén atentos en clase, motivarlos para que puedan hacer un poco más de esfuerzo en su trabajo universitario, hacer clases más entretenidas para evitar que se aburran e invierten mucho tiempo para mantener un ambiente de aprendizaje en las aulas. Entiendo que los maestros debemos poner todo lo que está de nuestra parte para motivar y adecuar las actividades instruccionales para el mejor aprendizaje de los estudiantes, pero ¿cuántos de ellos están dispuestos a poner todo lo que está de su parte? Todos somos responsables del perfil de muchachos que estamos educando. La familia, desde el hogar, es responsable de formar chicos con valores de responsabilidad y honestidad, con carácter para superar las adversidades y la escuela, aplicando principios de aprendizajes que fortalezcan las habilidades cognitivas académicas y para la vida. Invito a todos hacer y cumplir lo mejor posible nuestra misión.
@JesusAmayaGuerr