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Pregunté al oscuro mar
Así dice Sara Teasdale en su poema Canto nocturno en Amalfi. Me encontré su libro, como suele suceder, luego del desorden de las torres de un libro sobre otro, al que los exilié. Rescatar a alguno de allí, es tomar de alguna forma un fragmento mío. Pasaron los minutos y seguía en ese recorrer lomos y texturas. El trazo de una montaña en la portada fue el que me hizo acercar las manos a “Llegarán suaves lluvias”, que Olga me obsequió. Abrí y allí estaba una impecable versión Rodrigo García Bonillas, poemas de Teasdale, una de las grandes poetas de Estados Unidos.
En esta pequeña biblioteca, gracias a un amigo, levanté, fragmento a fragmento, un rudimentario librero para elevar los libros del piso. Y allí estoy, en la soledad cálida de las hojas y la luz de la tarde, en contacto con nombres, con versos que de vez en vez abro y sigo sin ordenar fielmente.
Teasdale, mas delante, dice en el poema Capri: “Cuándo la belleza crezca de más, / cómo me aliviaré de su dolor, / pues, más que la amargura, la belleza rompe el corazón. / Ahora que miro el mar que sueña / con islas como flores contra su pecho, / sólo una voz en el mundo / podría darme sosiego.”
Esta lectura abre escenarios silenciados en aquella zona de la mente a la que había dejado una línea bidimensional o un trazo para que no desapareciera por completo. Ahora esa línea se abre. Es el mar con su olor al amanecer. Los erizos caminan en el agua; crecen y decrecen. La madera cruje bajo los pies. Y algo luz de un sol que nace en aquella isla del fin del mundo.
El agua salada como líquido que enmarca historias humanas. Solo permanece en el mar lo que dialoga con el mar, es decir, lo que resiste a sus velos que corroen y purifican. Hay sentimientos que se debaten entre pasar o morir, ante la prueba del mar. Hay flores invisibles que todavía persisten como islas. Develadas por la marea de poemas, poemas que recuerdan a la vida, o llaman hacia ella. Qué falsa ilusión pensar en lo inerte de un libro.
Más delante Sara escribe: En Varsovia, Polonia, / que está a medio mundo, / aquel que más amo / hoy pensó en mí; / lo sé, porque fui / alada como ave / en el vasto viento que fluye / escuché su propia voz; / me rodeaban sus brazos / en un sitio frondoso, / miré en el estanque / y ahí estaba su cara- / pero ahora es de noche / y dicen frías las estrellas: “Varsovia, en Polonia, que está a medio mundo”.
Sus poemas enlazan el amor hacia el amado con la naturaleza. Hay melancolía, entendimiento de la condición amatoria en sus devaneos y complejidades. Y también hay un velo de piedad sobre el camino hacia la devastación y la muerte.
Sara Teasdale (1884-1933) recibió el Premio Pulitzer de poesía, antes conocido como Premio de Poesía de la Universidad de Columbia. Escribió entre otros poemarios “Canciones de amor”, “Ríos hacia el mar”, “La voz que responde: Cien canciones de mujer”, “Llama y sombra”,”El lado oscuro de la luna” y “Estrellas de la noche”.
“Llegarán suaves lluvias”, es una edición bilingüe editada por la Exmolino Taller Editorial y la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal. Serie Ciudades perdidas.