Presidencia agotada

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Presidencia agotada

Resulta excesivo un artículo más acerca de Donald Trump y de la incapacidad de Enrique Peña Nieto, para dirigir los destinos del País. De intentarlo, en el mejor de los casos, poco de nuevo se estaría diciendo. La prensa nacional y extranjera ha dejado sobrada constancia de su estupefacción ante el enorme desatino del presidente mexicano. 

La Casa Blanca, Ayotzinapa, Tlatlaya, Nochixtlan, el plagio de su Tesis Profesional, la corrupción generalizada y la impunidad que la acompaña. La lista parece interminable.

La condena es generalizada, no importa de que lado del espectro ideológico se encuentre usted. Creo que Jesús Silva-Herzog Márquez da una síntesis óptima.

“La historia del poder en México está plagada de abusos y excesos, de trampas y de crímenes, de costosísimas obsesiones y de apuestas absurdas”. Podemos hacer un abultado catálogo de frivolidades y de cegueras, de arbitrariedades y fatídicas negligencias. No es difícil encontrar ejemplos del atropello, del engaño, de la ineptitud, de la perversidad, incluso. Pero no creo que pueda encontrarse, en la larga historia de la política mexicana, una decisión más estúpida que la invitación que el presidente Peña Nieto hizo a Donald Trump la semana pasada. 

En política no existen los términos absolutos, comentaba a mis alumnos en la universidad. Al iniciar un nuevo curso, solía advertir: “las palabras todos, nadie, siempre y nunca, están prohibidas”; en política no caben las generalizaciones. A pesar de ello, el pasado 31 de agosto me entró la duda. ¿se indignó México entero? ¿El affaire Peña-Trump había unido a todos o prácticamente a todos en su contra?

Donald Trump vino a México porque el Presidente Peña le abrió la puerta. “Mas si osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo”. Estrofa del himno nacional que siempre me ha parecido cargada de nacionalismo rancio y excesivo, cobraría nueva vida, cuando menos durante el día de la visita. Trump estuvo en México por unas horas,  aprovechó la ineptitud presidencial, ostentó su soberbia, expresó abstracciones y generalidades, para regresar a su país a reafirmar su xenofobia, su desprecio por México y los mexicanos.

Por si quedaran dudas, días después, el 4 de septiembre no sólo se burló de Enrique Peña Nieto; sino que reiteró su amenaza invitando a sus fans a corear: “¡México!” en respuesta a su pregunta: “¿Quién va a pagar el muro?

Mientras tanto, el Gobierno mexicano calla y por lo tanto otorga. Es necesario distinguir: una cosa es la política exterior del PRI, la diplomacia del régimen autoritario que calla en el exterior por temor a ser enjuiciado por sus tropelías en el interior; otra muy diferente es una política exterior que carece de las más mínima dignidad, que calla frente a la burla, la falta de respeto y el insulto de un demagogo.

México está lastimado. El Presidente mexicano Peña Nieto dispensó a Trump un trato que ni los dirigentes del Partido Republicano se atreven a darle y dio así un respiro a quien nos ha insultado. Ese error brindó a Trump las primeras planas de los periódicos en Estados Unidos, de las cuales, México ha estado ausente desde el 3 de julio de 2000.

El sistema presidencialista rígido que padecemos no sólo permite que  llegue al ejecutivo federal una persona que no cuenta con la mitad más uno de los votos emitidos; sino que nos obliga a soportar, hasta el término de su mandato, a un Presidente débil, rechazado por el 80% de los mexicanos. Las encuestas de opinión fijan en 85% el número de mexicanos que califica como un error la invitación de Peña a Trump. La Presidencia de Enrique Peña Nieto esta totalmente agotada, ya no da para mas.

Twitter: @chuyramirezr
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