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Primogenitura
“Los primogénitos son míos”, le dijo Dios a Moisés. “Conságrame todo primogénito, porque todo aquel que abre matriz (todo aquel que nace primero), es mío”, enfatizó Dios Nuestro Señor.
(Éxodo 13: 1-2).
A los ojos de Dios, ser primogénito es una bendición. Pero, ¿se refleja esta cualidad singular en alguno de los rasgos medibles de una persona? ¿Acaso los que ‘abren matriz’ son más altos, más sanos, más destacados en algún sentido o más longevos que sus hermanos?
El primero que se planteó en serio si los primogénitos eran más inteligentes que el resto de los mortales fue el antropólogo Francis Galton, primo del naturalista Carlos Darwin, y el último de una familia de nueve hermanos.
Galton había detectado que muchos de los grandes científicos de su época, a finales del XIX, eran los hermanos mayores en sus familias, y sus pesquisas le dieron la razón: en la mayoría de los casos los primogénitos eran individuos que habían destacado en alguna rama del campo científico.
No obstante, en aquella época había demasiado condicionantes que podían influir en que los primeros hijos de la casa se dedicaran a la ciencia o fueran más destacados. Por ejemplo, el hecho de que ser primogénito parecía obligar a que los padres pusieran más interés en su educación ya que era mucho lo que se esperaba de ellos, aparte de hacerse responsables de conservar el patrimonio familiar.
Pero más allá de eso, investigaciiones realizadas bien entrado el siglo XX han venido a confirmar la tesis de Galton: parece que los primogénitos tienden a mostrar mayor inteligencia que los últimos hijos en llegar a la familia.
El orden importa
Precisamente, la semana pasada se dieron a conocer los resultados de un estudio que sirvieron para cerrar el debate, a favor de una mayor inteligencia del primogénito. Y a su vez, ese estudio planteó otra hipótesis aún más controvertida: ahora se planteaba si el orden de nacimiento entre los hermanos y hermanas tenía efecto sobre la personalidad.
Durante mucho tiempo, la Psicología ha considerado que el rol que cada hermano desempeña en la familia, termina moldeando su personalidad. Esto ha llevado a la conclusión de que los hermanos mayores son responsables, dominantes, ansiosos e iracundos; mientras que los menores son sociables, vulnerables e impulsivos.
Pero el orden entre los hermanos, es decir, ser el primogénito o el benjamín, no determina el tipo de personalidad, según un estudio de la Universidad de Leipzig que aparece en la Revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Según ese estudio, la primogenitura únicamente influye en el intelecto que, estadísticamente, se muestra menor a medida que se desciende por la escala fraternal hasta llegar al hijo más pequeño, que sería el menos afortunado.
“La principal noticia de nuestro estudio es que no encontramos efectos del orden de nacimiento en ninguna de las dimensiones de la personalidad, pero sí en lo que corresponde al dominio intelectual.
“Esto no solo contradice teorías psicológicas importantes, sino que también va en contra de la intuición de muchas personas”, explicó el líder del estudio, el psicólogo Stefan Schmukle.
Esencialmente, la nueva teoría pone en entredicho el hecho de que nacer antes o después en una familia de hermanos, determine cómo serán estos según el modelo de las cinco grandes dimensiones de la personalidad; es decir, como serán en lo que respecta a la extroversión, la apertura al cambio, la responsabilidad, la cordialidad y la estabilidad emocional.
Los determinantes
“En Psicología interesa conocer los determinantes de la personalidad, explica Schmukle, y ya se sabe que tanto los efectos genéticos (‘la biología’) como los efectos ambientales (‘la crianza’) son importantes para el desarrollo de esos determinantes.
“Varios psicólogos sugieren que la posición entre hermanos podría ser un determinante ambiental, pero nuestros resultados sugieren que el medio ambiente influye menos de lo que se pensaba”, defiende Schmukle.
Los investigadores analizaron tres importantes bases de datos de tres países (Alemania, Reino Unido y Estados Unidos) en las que se podían estudiar variables como el tamaño de la familia, la edad, el origen y el estatus socioeconómico.
Al analizar esas bases, cruzando toda la información, los investigadores descubrieron una correlación: los hermanos registran un aumento de 1.5 puntos de coeficiente intelectual, a medida que esos hermanos suben en las posiciones hacia el primogénito.
“Se trata de una diferencia estadísticamente notable”, dice Schmukle, “pero irrelevante para efectos prácticos, más allá de la validez o la importancia que se le dé a las pruebas de inteligencia.
“De hecho, se trata de un dato que coincide con estudios previos, como uno que fue realizado a jóvenes holandeses y publicado en Science en 1973”, refiere Schmukle.
Las conclusiones
Distintos autores han tratado de dar respuesta al hecho de que la inteligenica parece estar asociada al orden de nacimiento de los hermanos, con el valor más alto para el primogénito.
Se ha abordado tanto desde una perspectiva ambiental, como biológica, al indicar que los mayores tratan de reforzar sus conocimientos, porque ellos actuarán como futuros ‘profesores’ de sus hermanos pequeños, y al considerar que la gestación de los primeros hijos cuenta con más ventajas. Pero todavía no se ha logrado dar con una explicación satisfactoria.
Lo que sí descubrió el equipo de Schmukle fue una pequeña correlación entre el orden de nacimiento y la curiosidad intelectual: “Los primogénitos son más propensos a observar lo que ocurre en su entorno, son más dados a desarrollar un vocabulario rico, y tienen menos dificultad para entender las ideas abstractas”, explica el psicólogo alemán.
“De este modo, cuanto mayor es el hermano o hermana dentro de la familia, más listos se creen y mejores puntuaciones sacan en las pruebas de inteligencia.
“Se trata de correlaciones muy pequeñas, pero que dan pistas a los investigadores para tratar de entendedr en qué medida la personalidad es influenciada por las relaciones fraternales.
“Podría ser que el orden de nacimiento solo afecte áreas específicas de la personalidad, como por ejemplo, las áreas que tienen que ver con la búsqueda de sensaciones fuertes o con la tendencia a involucrarse en actividades riesgosas, un tipo de comportamiento que es muy notorio entre los hermanos”, dice Schmukle.
Al preguntarle sobre futuros estudios en este campo, Schmukle responde: “Todavía no se ha logrado averiguar por qué los primogénitos muestran mayor inteligencia, y sobre todo si se debe a elementos ambientales (la crianza) o a condiciones surgidas durante la gestación.
“Puede que esos efectos solo se noten mientras se vive dentro de la familia, por eso estoy interesado en conocer lo que tienen que decir todos los parientes cercanos al grupo familiar, sobre la niñez y la adolescencia de los sujetos bajo estudio”.
(Javier Salas © Ediciones El País, SL. Todos los derechos reservados)