¿Qué nos cuesta como país el ‘caso Cienfuegos’?

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¿Qué nos cuesta como país el ‘caso Cienfuegos’?

¿Qué cedimos a cambio de ‘rescatar’ a un militar a quien se ha señalado de haber incurrido en diversos delitos mientras tuvo a su cargo la Secretaría de la Defensa Nacional?

El exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, durmió anoche en su casa en la Ciudad de México. Es un hombre libre que, cuando mucho, es ahora “investigado” por la Fiscalía General de la República a partir de los datos que le proporcionó a dicha dependencia el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

No queda ninguna duda a estas alturas que el caso de Cienfuegos fue “resuelto” a partir de criterios políticos y de una “negociación” al más alto nivel entre los gobiernos de México y Estados Unidos. El gran misterio es qué ganaron los estadounidenses en dicha negociación.

Porque es de lógica elemental que cuando alguien decide ceder en algo solamente lo hace por una razón: porque obtiene algo a cambio. Y ese algo debe ser, necesariamente, algo que no puede obtener de otra forma y le es además sumamente importante.

¿Qué podría poseer el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que le resulte tan relevante a un gobierno como el de Donald Trump que se encuentra en las vísperas de su conclusión? Se trata de un cuestionamiento de muy difícil respuesta.

La especulación a la que más personas se suscriben es la relativa a que el precio por la liberación de Cienfuegos ha sido la negativa de López Obrador de reconocer el triunfo de Joe Biden en las recientes elecciones estadounidenses, e incluso rehusarse a recibir una llamada telefónica de quien en pocas semanas será su colega.

Suena tentador suscribirse a dicha teoría, pero si se le analiza con un poco de frialdad no parece realmente un trueque inteligente ni útil para Trump, porque da mucho y recibe muy poco. Incluso podría decirse que no recibe nada.

Porque, ¿cuál es la relevancia, en el desenlace final de los comicios de los Estados Unidos, de que el Presidente de México se rehúse a reconocer el triunfo de Biden? ¿Acaso alguien puede considerar que ese hecho puede impedir en modo alguno que el demócrata asuma la presidencia del vecino país el 20 de enero próximo?

La respuesta debe ser necesariamente otra porque, por muy apetitosa –en términos estrictamente conspirativos– que suene la explicación expuesta, la verdad es que carece de lógica.

¿Qué cedimos entonces a cambio de “rescatar” a un militar a quien se ha señalado –con un caso que todavía ayer fue defendido ante la juez Carol Amon por el Departamento de Justicia estadounidense– de haber incurrido en diversos delitos mientras tuvo a su cargo la Secretaría de la Defensa Nacional?

La verdad no la sabremos aún porque las propias autoridades estadounidenses solicitaron mantener “en secreto” los términos del acuerdo con México. Sin embargo, tarde o temprano comenzarán a conocerse los detalles porque las traducciones materiales de éste serán evidentes e inocultables.