¿Quién bautiza los males?

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¿Quién bautiza los males?

Los nombres de las enfermedades tienen un enorme efecto político, económico, cultural e incluso social. ¿Qué se le hace más fácil de recordar, ‘Gripe española’ o ‘influenza H3N2’. ¿De dónde vienen los nombres de las enfermedades?

En años recientes, los expertos han denominado los brotes de influenza con letras y números (como por ejemplo H3N2 o H2N7, pero muchas personas encuentran esos nombres difíciles de recordar.

Cuando nos enteramos de la aparición de una nueva enfermedad que causa estragos en un país, en una región  o incluso alrededor del mundo, buscamos informarnos sobre las causas, los síntomas y cómo podemos evitarla.

Rara vez nos ponemos a analizar el nombre de la enfermedad y quién la llamó así.

Sin embargo, los nombres de las enfermedades tienen un enorme peso específico sobre los grupos sociales y el respeto que tenemos por ellas.

En otras palabras las enfermedades constituyen un riesgo global para la salud, aún cuando algunas de ellas todavía no exista o no haya sido bautizada.

El caso de Egipto

“Cuando surge un mal que amenaza la vida, la primera y más apremiante preocupación es darle un nombre”, asegura la periodista científica Laura Spinney.

¿Por qué es tan importante la denominación?

“Porque es muy difícil hablar de algo que no tiene un nombre y aún más difícil combatirlo. Pero una vez que le has puesto un nombre puedes hablar sobre él, hablar sobre posibles soluciones, adoptar o rechazar esas soluciones, transmitir un mensaje de salud pública y pedir que la gente lo cumpla”, señaló la doctora Spinney.

“Creo que no hay un mal más atemorizante que aquel que no tiene un nombre o no sabemos lo que es”, agregó.

Por eso cuando aparece una enfermedad infecciosa las autoridades se apuran en nombrarla, incluso antes de conocer todos sus síntomas y efectos. Aunque en ocasiones esos nombres terminen siendo erróneos o confusos para la mayoría de gente.

Por ejemplo, la ‘gripe porcina’ causó tanto pánico en Egipto en 2009, que llevó a que ese país sacrificara 300 mil cerdos.

“Es probable que haya surgido de una transmisión de cerdos a humanos, pero la razón por la cual se convirtió en una enfermedad peligrosa es porque se contagiaba entre humanos”, recordó ls doctora Spinney.
 
El nombre elegido tuvo fuertes consecuencias: muchos países prohibieron las importaciones de carne de cerdo y en Egipto tomaron la drástica decisión de sacrificar a todos los cerdos: unos 300 mil animales que eran criados principalmente por los coptos, una minoría cristiana.


Un buen ejemplo

Pero el caso más famoso de una enfermedad incorrectamente nombrada fue el del peor brote de influenza de la historia, conocido como ‘Gripe Española’, que mató a más de 50 millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1919. Pero la ‘gripe española’ no surgió en España.

Y sin embargo aún hoy, 100 años más tarde, seguimos llamándola ‘gripe española’, aunque no hubo nada particularmente español que tuviera algún efecto sobre la enfermedad”, dice Spinney.

“Afectó a España pero no empezó en España, creemos que probablemente empezó en Estados Unidos, aunque no lo sabemos con certeza”, señaló Spinney .

“El motivo por el cual se llamó ‘gripe española’ fue porque España se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial, y decidió no censurar la publicación de sus diarios, como sí lo hacían Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y las naciones en guerra, que sí prohibieron que se informara sobre la evolución de la gripe para no bajar la moral de la población”.

No obstante, la prensa española reportó sobre los casos de influenza que eran censurados en EE UU  y el resto de Europa, y por eso la gente pensó erróneamente que la enfermedad surgió en España.

“Así que cuando los españoles empezaron a reportar los primeros casos que surgieron en Madrid, que ocurrieron varios meses después de los primeros casos en EEUU, algo que ellos no sabían, al resto del mundo le pareció que la enfermedad había surgido en Madrid y por eso la llamaron ‘gripe española”.

Nombres típicos

Pero a pesar de esos errores, lo cierto es que nombrar una enfermedad por el lugar donde surgió —o donde se cree que surgió— siempre ha sido muy común.

La lingüista Laura Wright cita varios ejemplos, como la ‘fiebre de Malta’, la ‘fiebre del Mediterráneo’ y la ‘enfermedad de Lyme’, nombrada así por el pequeño pueblo en Connecticut, Estados Unidos, donde se descubrió por primera vez.

Wright explica que en el pasado remoto, antes de que hubiera científicos o expertos en virus y bacterias, las enfermedades también llevaban nombres de animales, de ahí que a la varicela se le conociera  como ‘chicken pox’ o ‘viruela loca’. 

Otro origen de los nombres tenía que ver con cómo las víctimas se veían o actuaban tras el contagio, por ejemplo el ‘small pox’ (viruela), llamada así por las marcas que dejaba en la cara.

Estigmatizar a los científicos

En tiempos modernos también se nombró a algunas enfermedades con base en quiénes las sufrían. Un ejemplo es la ‘enfermedad del legionario’, llamada así porque las primeras víctimas fueron miembros de la Legión Americana que participaban de una convención en un hotel de Estados Unidos, en 1976.

También hay muchas condiciones que llevan los nombres de los científicos que identificaron su causa, como la listeriosis (nombrada por el cirujano inglés Joseph Lister), el síndrome de Down o la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (también conocido como la versión humana del mal de la vaca loca) y el mal de Alzheimer.

Peter Piot, director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y profesor de salud global, señalan que hoy muchos expertos considerarían de mal gusto usar su nombre para identificar a una enfermedad fatal.

En 1976, Piot fue uno de los científicos que descubrió el ébola, enfermedad que decidieron llamar así por el nombre de un remoto río cercano a la aldea en la República Democrática del Congo donde se descubrió esa fiebre hemorrágica.

Peter Piot fue uno de los descubridores del virus del Ébola y ayudó a escoger ese nombre, que buscaba no estigmatizar a nadie.

El experto señaló que la forma tradicional de nombrar enfermedades por el lugar donde presuntamente surgieron causa mucho estigma.

Pueden cerrar fronteras

“Cuando identificas a una enfermedad con el nombre de un país eso puede tener una connotación política y también tiene enormes consecuencias: se cierran las fronteras y se cancelan los vuelos a ese destino. Tiene consecuencias enormes para toda la economía de ese país”.

Para evitarlo, en 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió nuevas reglas para nombrar enfermedades y evitar los  errores del pasado.

“El nombre no debe estigmatizar, ni nombrar lugares específicos, ni animales, ni grupos humanos. Debe evitar palabras alarmantes como ‘fatal’ o ‘desconocido’ y debe ser neutral”, señaló Piot.


Pero no siempre es así
Laura Spinney advierte que un nombre neutral, que no menciona la fuente de contagio y evita causar alarma, podría resultar peligroso.
“Creo que la intención de la OMS de evitar el estigma y la discriminación fue buena, pero en este contexto un nombre tiene que hacer que la gente esté alerta y debe aclarar cuáles son las potenciales fuentes de infección que uno debe evitar. Tengo la sensación de que esto no ocurrirá con las nuevas reglas”, afirmó.
“Los nombres insípidos y olvidables no harán que la gente esté alerta porque no sabrán de qué hablamos”, agregó.

Efectos variados
La periodista científica recalcó que a veces llamar a la cosas por su nombre puede generar un efecto positivo.

“Hoy se cree que la próxima pandemia de gripe podría surgir de aves domésticas, pero bajo las nuevas reglas no podríamos decirlo”, ejemplificó.

Laura Spinney cree que es importante nombrar a las industrias que generan riesgos a la salud pública debido a sus malas prácticas.
“A veces dar el nombre del origen pone presión sobre un sector para evitar que el riesgo sea aún mayor. Por ejemplo, ‘gripe aviar’ sugiere algo de responsabilidad de la industria agropecuaria y de los gobiernos que la regulan”.

Los expertos coinciden en que no hay una persona ni grupo específico que decide los nombres de una enfermedad: pueden ser médicos, políticos, burócratas, sacerdotes  o periodistas.

Y lo cierto es que no hay reglas. “Simplemente el nombre más pegadizo es el que perdura”, señaló Spinney.

Por su parte Wright, la lingüista, anticipó que las nuevas directrices de la OMS no tendrán mucho efecto.

“La gente va a llamar a los males como quiera llamarlos”, sintetizó Wright. Con la información de News Mundo