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Quizá no la hicimos
El pasado nos va a cobrar, y puede que el precio sea demasiado caro. En México se ha hablado del cambio desde hace 40 años, pero no cambia gran cosa. No quiero sonar pesimista, pero se me hace que ya no la hicimos. Quizá nos vamos a mover a gran velocidad, pero de reversa.
He estado revisando mi libro “Batallas por la Democracia” para hacer una edición e-pub. Cubre entre 1982 y 2000 en que sacamos al PRI de Los Pinos. Son quizá cientos de notas en El Norte y luego también Reforma.
Estuve metido hasta el 100 en todo lo relativo a buscar elecciones limpias. Luego en la lucha para abrir los medios de comunicación que no daban tiempo aire a los partidos de oposición. Por ejemplo, mis transmisiones a través del satélite Westar 4 que El Norte amablemente bautizó como el Livas Channel.
La lucha por crear el IFE desde 1985 hasta 1996 en la institución que tomó credibilidad. O sea, eso llevó 11 años. Luego todo lo relativo al fraude de 1988 y la caída del sistema. Notas y más notas sobre lo que hacíamos en la Asamblea Democrática que terminó en 1994. Las candidaturas independientes se tardaron desde 1985 hasta 2014: casi 30 años.
Luego mi drama con el PAN. Expulsado por haberme atrevido a ser precandidato presidencial en 1993. Finalmente la colaboración en la campaña de Fox, que muchos daban por perdida.
Estuve en el frente de batalla contra “el sistema” durante esos 18 años. Eso me da una sensibilidad sobre lo que no ha pasado en los siguientes 18 años.
Cuando repaso la historia obtengo un inventario de los mexicanos que se clavaron al 100 por ciento. Unos cuantos aportaron muchísimo y hasta su vida. Muchos otros involucrados terminaron con saldo muy negativo. Ricardo Anaya no cuenta, pues estaba muy joven. José Meade tampoco aparece en el escenario. Andrés Manuel López Obrador era un revoltoso bueno para las protestas, pero jamás le conocí una línea o una iniciativa de ley, o un acto constructivo.
No veo sacrificios actuales a la altura de algunos de los amigos que cayeron en la lucha como Adolfo Aguilar Zínser, Manuel Clouthier, “Maquío”, Luis Sánchez Aguilar y José Ángel Conchello a nivel nacional. Por cada uno que se entregó en cuerpo y alma había 10 que lo trataban de detener. En mis apuntes hay muchos panistas, priistas y perredistas, empresarios e intelectuales jalando, frenando. Quizá muchos hayan sido bien intencionados, pero a distancia sobresalen los actos prejuiciados, sus errores graves, sus maniobras y sus complicidades.
¿A dónde voy al mencionar esto? Que tenemos una elección encima y ya no hay tiempo para reparar los errores. Que nadie dude que el País defectuoso que tenemos puede ir para peor.
No me asombra el discurso de Andrés, lo que me asombra es que la gente no se de cuenta o hasta se lo celebre. Lo que propone es aberrante. Que si su plan para Pemex, o qué hacer con los narcos, las reformas, o con los maestros. Es increíble que un tan pésimo prospecto de presidente encabece las encuestas.
La sociedad civil tiene una salida, que es reforzar al Frente ahora que empieza a subir en las encuestas mientras Andrés se estanca. Si hay alguien crítico del PAN, he sido yo, y mi expulsión lo comprueba. Pero pensar que Andrés se va a portar muy bien con una Constitución centralista y una presidencia autoritaria de su lado es una ilusión.
Quizá ya no la hicimos. Quizá ya no es posible frenar el tren que va al desfiladero. Quizá México no nació para ser parte del primer mundo, ni siquiera el segundo. Si los jóvenes no ven la conexión, es porque nadie las ha platicado de dónde venimos. A poco lo del muro es de gratis.
Hemos tirado las oportunidades de cambio una y otra vez. Con Fox, con Calderón, con Peña. Hasta “El Bronco” nos ha quedado a deber. Si alguien está pensando en participar para hacer un cambio hacia el futuro, que lo deje de pensar y se ponga a trabajar. El cambio requiere nombres y apellidos.