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Receta para triunfar
Cada vez que fallan en algo, la mayoría de las personas enarbola una magnífica disculpa, pero eso es de gente mediocre. El mediocre busca instintivamente una justificación para su fracaso y, por supuesto, siempre hace el papel de víctima.
El que hace el trabajo siempre es parte de los resultados, ya sea que las cosas salgan bien o mal. Pero el que hace el trabajo es el único que puede triunfar. El perdedor prefiere no meterse en problemas.
El triunfador siempre tiene un proyecto, el perdedor siempre tiene una excusa
El triunfador dice: “Es difícil, pero es posible”. El perdedor dice: “Puede que sea posible, pero lo veo demasiado difícil”.
Para triunfar usted tiene que comenzar por intentarlo; en vez de buscar razones para demostrar que algo no se puede realizar.
El fracaso tiene mil excusas, el éxito no requiere explicación.
Aquí está el secreto
Pregúntese: ¿Lo contrataron para eludir los problemas o para resolverlos? Si desea que su vida se mantenga en ascenso, aquí tiene el secreto:
La vida está llena de problemas y cada quien tiene que resolver los suyos.
Si no le gustan los problemas, también hay una receta para eso: renuncie, así ya no tendrá que preocuparse por las dificultades.
Los problemas son los retos de la excelencia, son la materia prima que justifica la presencia de la gente en cualquier organización. Es a través de la solución de problemas que la gente se vuelve triunfadora —en la empresa, en la familia y en la nación.
Las circunstancias no ‘se dan’. Usted tiene que ‘hacerlo’ a pesar de lo que diga su jefe, a pesar de lo que piense su esposa, a pesar de la crisis y a pesar de que haya pocos recursos.
Haga lo que tiene que hacer ‘a pesar de…’. Póngale un sello triunfador a los problemas, no espere a que las cosas se resuelvan por sí solas. ¡Sea usted el que haga que se resuelvan! Y ponga su sello de excelencia en todo lo que realice. Así es como se hace un triunfador.
Lea esto con cuidado
La mayoría de la gente no sabe a dónde va y por lo tanto no sabe cuándo ha llegado. Y por eso no sabe lo que tiene ni cuánto ha logrado. Los que viven de esa manera sólo esperan que llegue el día de mañana para ver si el destino les trae lo que anhelan, algo que ni ellos mismos han sabido definir.
El que vive de esa manera ha renunciado a todo esfuerzo, y se ha instalado en el paraíso de la mediocridad.
Se llama conformidad.
La diferencia entre los triunfadores y los conformistas se puede ver en que los primeros siempre tuvieron claras sus propias metas y sus objetivos. De esta manera, la filosofía que adoptaron para vivir y las acciones que realizaron para salir adelante, estaban dirigidas a un propósito muy bien definido.
Lo que guía a los líderes
Cuando uno sabe lo que quiere, el rumbo puede corregirse y lo realizado puede mejorarse (pero cuando uno no sabe lo que quiere no hay nada que se pueda hacer para corregir ni para mejorar).
Mucha gente que se interesa en tratar de descubrir cuáles fueron los secretos de los líderes de excelencia, se hace preguntas como éstas : ¿qué fue lo que los impulsó?, ¿por qué sus vidas fueron tan fructíferas? ¿cuál fue la razón por la que se entregaron con tanta pasión a lo que hicieron?
Y las respuestas que encuentra son siempre las mismas…
Más allá de cualquier limitación (prisión, persecución, humillación o infortunio) es posible encontrar un común denominador en todos los líderes: ellos tenían una meta, un sueño tan poderoso que los desafió a vencer lo imposible para lograrlo.
Los sueños son el energético más importante del ser humano. Pero los sueños de nada sirven si no se busca su realización con acciones concretas.
La expresión real de los sueños son las acciones, es cuando revelamos la auténtica naturaleza de nuestras intenciones. Es cuando nuestras fortalezas y debilidades se someten a prueba.
No se atore
Imagine a la gente que no tiene un propósito como alguien que toma un velero y se hace a la mar sin saber hacia dónde se dirige. El lugar al que llegue le podrá parecer interesante o se lamentará si no es de su agrado.
Esto es lo que sucede con la gran mayoría de las personas: para ir en busca de su destino se ponen en manos de las circunstancias. En consecuencia, no están preparadas para ser felices, sólo improvisan su diario vivir.
Haga una prueba: póngase una meta y dedíquese a cumplirla. No siempre será fácil porque en esta vida uno puede encontrar desde alicientes hasta infortunios, pero de eso se trata, de ganar experiencia, de enfrentarse a lo que venga con tal de lograr lo que uno quiere.
Esto —dedicarse a buscar lo que uno quiere— es lo que nos hace humanos.
Cuando uno sabe lo que quiere, logra convertir la adversidad en una oportunidad para triunfar.
Sólo el que hace el trabajo puede equivocarse, y sólo el que se equivoca puede mejorar. Si no le gustan los problemas, renuncie, así no tendrá que preocuparse por los resultados de
lo que haga.
(Selector de Vanguardia).