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Religión y política
“No seré perro mudo”, le espetó al reportero Rosalío González en una larga entrevista, el ya Obispo Emérito de la localidad, el monje Raúl Vera López. Caray, qué lástima que se asuma como miembro de la canalla. Él, precisamente él que debería de ser un hombre de Dios. No lo es. Nunca lo fue. Mi tesis la sigo manteniendo ahora, luego de 20 años de “trabajo pastoral” del dominico en la localidad. Usó a la Iglesia y su púlpito privilegiado y hasta inmune, para despotricar contra todo y contra todos, pero no edificó nada. Y no edificó nada porque simplemente no cree en Dios. Dicen los evangelistas, Mateo y Lucas (12:34 y 6:45, respectivamente): “de la abundancia del corazón habla la boca…”
Somos lo que hablamos. Dice el sabio español Alex Grijelmo: “Las palabras arraigan en la inteligencia y crecen con ella... viven en los sentimientos, forman parte del alma y duermen en la memoria”. Las palabras que proferimos diario, son el reflejo de nosotros mismos y son la semilla de lo que hemos vivido, estudiado y literalmente mamado en la formación familiar y ya luego, en nuestros estudios formales y claro, en nuestras lecturas cotidianas. Es decir, las palabras son semilla y fruto de una herencia que nos ha formado y nos moldea día con día. ¿Por qué el monje Vera López no se asumió como un león (de Judá), una fiera, un pájaro de linaje escogido que defiende a sus polluelos? ¿Por qué asumirse como un “perro” que no será “mudo” y sí seguirá ladrando? Es tema de psicólogos. Ellos deberían emitir un dictamen pericial al respecto. Saque usted sus conclusiones lector. Lo repito: “de la abundancia del corazón habla la boca”…
¿Qué tiene en su corazón Vera López? Sólo él lo sabe. En Jeremías 4:14 se lee: “lava tu corazón de maldad”… Ya luego, en esta misma entrevista, diría de sí mismo: “Pensar que porque soy Obispo Emérito voy a ser un haragán, pues no, nada más eso faltaba”… En otro pasaje de la Biblia, letra que imagino, el monje Vera se la sabe de memoria y toda y al dedillo, se lee: “mal siervo, por tu propia boca te juzgo”… (Lucas 19:22). Alabándose a sí mismo, le contó al reportero: “El señor Hilario (González, el nuevo Obispo que asume en enero próximo), no viene a fundar la Diócesis de Saltillo, si aquí no hubiera habido trabajo pastoral entonces sí, pero el señor Hilario es mandado por el Papa para asumir una Diócesis con trabajo pastoral”.
Caray, quien debe de evaluar su trabajo, sus aciertos u omisiones, es precisamente el nuevo Obispo, Hilario González, no él, ¡por Dios! Como siempre: pagado de sí mismo, ególatra, narciso en el espejo, sin nadie enfrente que lo cuestione, pues sí, de ser por él, Vera se premiaría a sí mismo con el Nobel de la Paz (lo que eso signifique y lo que valga hoy). Lo bien cierto es que desde su llegada a la Diócesis de Saltillo hace más de 20 años, los católicos han emigrado a otros templos, a otras religiones, a otros llamados para salvar su alma.
Esquina-bajan
Los siguientes datos, imagino, ya los conoce el Obispo Hilario González: el Centro demoscópico con sede en Washington, el Pew Research, pone el dedo en la llaga: en cuatro décadas, entre 1970 y 2015 y en América Latina, el catolicismo ha perdido fuerza. De ser católico el 92 por ciento de la población, ha caído hasta un 69 por ciento. El otro lado de la moneda usted ya lo imagina lector: retroceden los católicos, avanzan los hermanos evangélicos o protestantes.
En este mismo periodo y continuando con los números aportados por el Centro, se han incrementado los protestantes de ser un 4 por ciento a un 19 por ciento por el auge de iglesias evangélicas en la región.
El Centro aporta un dato revelador: se cambian los católicos a iglesias evangélicas por la “búsqueda de experiencias religiosas más personales”. Sí, efectivamente, la salvación de las almas, de nuestras atribuladas almas; cosa que nunca le importó ni mínimamente al monje ampuloso de Raúl Vera López. Y es que todo mundo lo sabe, Vera López buscaba su satisfacción personal y mediática, no la salvación del doloroso espíritu de un suicida que aquí, son legión.
Por ello la desbandada de feligreses en su capilla. Datos duros para el maestro Hilario, el nuevo Obispo: entre 1970 y 2015, los católicos pasaron de ser un 92 por ciento de la población en América Latina a un 69 por ciento. Los protestantes de ser un 4 por ciento, crecieron a un 19 por ciento. En esta parte del mundo viven más de 425 millones de católicos, es decir, casi el 40 por ciento de la población católica mundial… la cual muestra signos de agotamiento. En México, el 81 por ciento de su población se dice católico. En Coahuila no es diferente. Pero, como la sociedad no creyó que Raúl Vera tenía el celular de Dios para hablar con él, se fueron de su templo. Según el Inegi, en los primeros diez años de Vera en Coahuila, los católicos disminuyeron, pasando de 86.4 por ciento a un 83 por ciento.
Fácil no la tiene el nuevo Obispo Hilario González, quien viene directamente de Linares, de donde son los merititos, los inconmensurables “Cadetes de Linares”. Vera López asumió su egoísta y personal agenda mediática y política, pero poco o nada qué ver con los temas candentes como la salvación de nuestra afligida alma, cosas del espíritu, educación en valores, temor de Dios, razón y educación moral en base a las Escrituras. La cosa es grave: justo cuando líderes nacionales y mundiales precisamente asumen ya como un binomio indisoluble la religión y la política. En Estados Unidos ya hay más gente que cree en los ángeles y no en la evolución. 90 por ciento de los gringos cree en Dios y 70 por ciento profesa alguna religión organizada. Joe Biden es católico practicante…
Letras minúsculas
“No seré perro mudo”. Caray, ¿Por qué mejor no lee la Biblia el monje Vera ahora que tiene suficiente tiempo? Regresaré con un par de textos.