Reloj y libertad

Usted está aquí

Reloj y libertad

 “Aprende a usar la libertad que tanto esfuerzo nos ha costado alcanzar. Sólo a ti te corresponde decidir”.

Ildefonso Falcones.

Inicia su conferencia magistral sobre la cultura de la paz describiendo de maravillosa manera cómo vio a Saltillo desde el avión, a su llegada: “Las sierras aparecieron recortadas por el inmenso y bello azul del cielo”. Una ciudad a la que siempre gusta volver, en la que tiene grandes amigos y en la que venía a presentar sus más recientes publicaciones, los libros de Formación Cívica y Ética, 1, 2 y 3 para secundaria.

Se trata del doctor Luis de la Barreda Solórzano que estuvo en el Centro Cultural Vito Alessio Robles el miércoles anterior, y en donde de forma poética y filosófica se refirió al imperativo de continuar trabajando desde las aulas los fundamentales contenidos del Civismo y la Ética; fundamentales en la vida en sociedad.

Estas publicaciones van dirigidas a un público particularmente atraído hoy por hoy por los contenidos audiovisuales. Pensar en los adolescentes para hablarles en un lenguaje cercano y particular resultó un reto para el doctor De la Barreda, quien fuera el fundador y primer presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

Habría que exponerles de manera didáctica cómo favorecer un mejor ambiente para relacionarse, cómo valorar la importancia de la educación sexual y cómo entender los procesos de interacción e inclusión entre ellos.

El adolescente vive un momento de mucha presión. Por un lado, lo que él mismo está empezando a entender del mundo que lo rodea; lo que los adultos le han enseñado y lo que los compañeros asumen del rol que se espera de ellos.

Para este tema el conferenciante hizo mención de una expresión de Mariana Frenk: “Ningún reloj te da tu hora”. Así cada uno de nosotros está en condición y tiene la potestad de definir con claridad cuál es el proyecto de vida que ha decidido y en qué momento habrá de tener lugar la decisión.

El ser humano posee, dijo, dos virtudes que hacen la base de su formación integral: el coraje y la generosidad. El coraje, que no es otra cosa sino el valor para enfrentar las distintas situaciones en que la vida nos va colocando. Si una persona observa que todo a su alrededor carece de honestidad, él tiene la potestad individual de hacer frente a la corrupción y decidirse por el valor de la honestidad.

La generosidad permite la posibilidad de muchas otras virtudes del hombre en sociedad, empezando por el tema de la empatía, que quien la asume podrá entonces colocarse en los zapatos de los demás a la hora de comprender cuáles son las motivaciones que le hacen ir en uno u otro sentido.

Si bien el civismo permite la convivencia armónica y pacífica en la sociedad, la ética es el actuar en libertad. En pleno uso de la libertad y cada quien entiende este, a ratos inasible, concepto si en ello está inscrita la posibilidad de entender que a cada una de las acciones corresponde una consecuencia.

Esto en jóvenes –en este caso a los que están dedicados los libros de Formación Cívica y Ética– cobra una gran importancia. Cobra trascendencia. Pues es actuar con responsabilidad y compromiso, en una sociedad donde la armónica y pacífica interacción cotidiana resulta indispensable.

Coordinador del Programa Universitario de Derechos Humanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, el doctor Luis de la Barreda Solórzano presenta en los libros casos concretos a los cuales se enfrentan los jóvenes en este momento. Muchos de ellos con problemas familiares, ante los cuales se sienten poco capaces de enfrentar; situaciones de bullying y temas de discriminación. Lectura indispensable para maestros que se encuentran en esta etapa frente a grupo y que todos los días ven en las aulas jovencitos que tanto tienen qué decir y que, sin lugar a dudas, requieren de orientación especial y dirigida a ellos.

Su reloj, como decía el doctor De la Barreda, lleva su propio tiempo. Que la lectura de este trabajo, que tan acuciosa e inteligentemente ha sido escrito, sea de utilidad para todos aquellos que lo requieren en esta labor tan bella y esperanzadora como lo es la del magisterio. Sus educandos esperan con los pulmones respirando la vida a plenitud.