Republicanos y liberales, el discurso de fondo

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Republicanos y liberales, el discurso de fondo

Cuando una idea es compartida porque se ha comentado muchas veces, o porque frecuentemente se habla de ello, se le denomina, según Ramón María del Valle-Inclán, “lugar común”. Un lugar común en este momento es el tema de las elecciones por la Presidencia en los Estados Unidos de América, en su etapa primaria. Hagamos, para que se separe un poco de la reflexión cotidiana, un ejercicio, no tanto sobre lo que ya sabemos, sino sobre lo que hay detrás del discurso.

Lo primero es dejar en claro que detrás de una persona siempre hay una estructura ideológica, religiosa, psicológica y axiológica de la que depende. En el caso del presente análisis, solo nos detendremos en la parte ideológica. Entonces, pongamos en la mesa la pregunta ¿Qué papel juega la ideología en un pronunciamiento?, o bien, ¿qué es lo que hace ideológico un discurso?

En este sentido, comenzaremos diciendo que no hay nada que no se diga o se haga que sea solo por el hecho decirlo y hacerlo, toda forma tiene un fondo, todo discurso se dice por algo y en el fondo del mismo se mueven una serie de circuntancias que nos ligan a una forma particular de pensar. Olivier Reboul (1980), afirma que la creación del concepto “ideología” se debe al filósofo Destutt de Tracy, cuando en 1796 construyó su teoría de la formación de las ideas. Sobre la ideología, Carlos Marx (1847) dice que es un pensamiento que se cree autónomo, cuando en verdad depende, aun sin saberlo, de factores anteriores y exteriores al pensamiento. Remataba diciendo que la naturaleza de una ideología es la de disimular su esencia ideológica. Luis Villoro (1985) retoma esta concepción de ideología y afirma que las definiciones ideológicas de un gobierno deben de entenderse más por sus discursos, que por las políticas que implementa. Para fines prácticos, una cosa es la que se dice y otra la que se hace. Por su parte, Michel Pêcheux dirá que a  los discursos los determina el tiempo, el espacio, el aire social económico, geográfico o lingüístico.

Por tanto, detrás de cada discurso, hay una ideología que buscará -una vez conseguido el fin-, sea este la consecusión de un puesto de poder político, religioso, económico; instalarse en la práctica social, son consecuencias que dependen, no de las necesidades reales de la población, sino de su forma de pensar. En el caso de la Presidencia de Estados Unidos, tradicionalmente hay dos modelos ideológicos que buscan el poder. El primero es el Partido Republicano, veamos que hay en el fondo.

Primero, el republicanismo es una teoría milenaria que sienta sus reales en los valores de la igualdad y la libertad de los seres humanos. Surge en Grecia con Tucídides (“La Guerra del Peloponeso”) ¿lo recuerdan?. La reflexión la continúa Aristóteles en “La Política”, posteriormente nos vamos a encontrar en Roma a Marco Aurelio quien, aunque es ungido como Emperador, en sus escritos (“Meditaciones”) habla largo y tendido sobre el tema y señala a la institución imperial, de formar súbditos en contraposición con la República, que promueve ciudadanos libres, es un texto que sienta las bases de lo que debe de ser un buen gobierno. Marco Tulio Cicerón continua la reflexión sobre la República en su libro “De República”, profundiza sobre las distintas formas de gobierno donde finalmente se realza la idea republicana. En otro momento vamos a ver en el tiempo, la necesaria reflexión de Rousseau, el del “Contrato Social” y los ilustrados, como Maquiavelo, que serán la base de los padres de la patria en Estados Unidos.

En concreto, en el republicanismo se requiere anteponer los intereses públicos a las preocupaciones privadas y participar activamente en el diseño de políticas públicas. Como afirma Bauman (2002), pone énfasis sobre la necesidad de eliminar la pobreza y la marginación, fenómenos que erosionan las competencias ciudadanas. Busca influir efectivamente en la formulación de la agenda pública y la toma de decisiones. La privatización del interés público es el centro de la preocupación de los republicanos, e insisten en que los ciudadanos tienen la tarea de asumir la responsabilidad por los problema comunes. En ese sentido, el Gobierno debe de asumir la responsabilidad de solucionar las demandas para garantizar el bien común.

En Estados Unidos, el Partido Republicano tiene como transfondo el liberalismo económico. Su punta de lanza es el libre mercado y la no intervención del Estado en materia económica. Es un partido conservador; defiende el status quo establecido, costumbres, prácticas, religiosidad, ciudadanos originarios, entre otros aspectos. Los problemas nacionales siempre serán resueltos desde la óptica del mercado. Defiende la igualdad de los seres humanos, como nota importante. El Partido Republicano siempre ha luchado por la igualdad de personas de raza afroamericana y han sido los principales opositores del comunismo y del socialismo, históricamente. Importante recalcar que hacia dentro del partido hay tres corrientes importantes: los republicanos liberales, los conservadores y los moderados.

En el caso de Donald Tump que al momento es el candidato puntero en las internas con el 60 por ciento de los delegados ya convencidos, como capital de elección y que se perfila para representar al partido. Alude a una parte de los principios del republicanismo, pero no a los fundamentales, como se ha leído líneas atrás, por una razón muy simple: Trump en su discurso promueve la xenofobia, el racismo, la desacalificación sistemática de todos los que compiten contra él. En su campaña todo “se vale”. El ataque constante a afroamericanos, musulmanes, mexicanos y otros grupos, desdice el pensamiento que representa. Parecieran su discurso y actitudes, un retroceso democrático y una vuelta al autoritarismo. Ha vuelto del insulto y de la violencia verbal su principal capital, por supuesto, son valores que no representan el republicanismo.

Por su parte, el Partido Democráta representa el liberalismo en los Estados Unidos. Tiene su origen en Roma y es un sistema político de garantías legales. Reconoce el bienestar económico como uno de los bienes primarios y de derechos ciudadanos (Rawls, 2003). Exige crear la cultura de legalidad, para disminuir los índices de corrupción e impunidad, que hacen imposible la existencia del Estado de Derecho.Pide al Estado la No  intervención en la vida privada de los individuos. Confían en las leyes como una forma imparcial de resolver los conflictos de interés. Su escenario de expresión son los debates y los foros políticos y ciudadanos; promueven el espacio de la opinión pública. Privilegian la transparencia y la rendición de cuentas y las elecciones como mecanismos de control ciudadano. Para ellos, lo más importante son los derechos individuales. Promueven el libre mercado y creen que el capitalismo de mercado es el único sistema económico que permite generar crecimiento y prosperidad.Hacia dentro del partido hay liberales conservadores, progresistas, socialdemocrátas, centristas y, como Bernie Sanders contendiente de Hillary Clinton, socialistas. Ideológicamente la base es la defensa de los derechos de los particulares.

Hillary Clinton, demócrata moderada, representa la reducción del gasto social en programas sociales, la reducción de impuestos a personas y empresas, la búsqueda del beneficio de los contribuyentes; en resumen, representa el compromiso entre las posturas tradicionales del partido y las exigencias del mundo globalizado actual. Su propuesta se centra en generar cambios fiscales, aumentar el salario mínimo, mayor asistencia social, energías limpias y, a diferencia de Trump, regularización de inmigrantes. El otro candidato es Bernie Sanders, declarado abiertamente socialista, representa la expansión de beneficios sociales para todos, el aumento del salario mínimo, una política migratoria justa, el combate al cambio climático, la reforma de Wall Street. A diferencia de Trump, la postura de ambos se supedita al pensamiento que ésta a la base del partido, a saber, los derechos individuales. En este caso ambos responden a la ideología de su partido, la diferencia la marca Sanders, que le apuesta un poco más a la construcción de una sociedad igualitaria.

En relación a lo ideológico en el discurso y una vez que hemos visto el pensamiento de los partidos y de sus propuestas visibles, lo esperado o “el deber ser”, es que los ciudadanos norteamericanos hagan un ejercicio de relación entre lo que se dice y las intenciones que están debajo de las propuestas, pronunciamientos y situaciones con las que se busca persuadir, convencer e incidir marcando rumbo. Michael Focault (1980), afirma que en toda sociedad la producción de discursos se encuentra controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros y dominar los acontecimientos aleatorios. Entonces la pregunta es: ¿Cuál es el centro del discurso de los candidatos de ambos partidos?

Hay que revisar acuciosamente los argumentos, la lógica de la argumentación, la tonalidad emocional, el soporte argumentativo y las invitaciones o descalificaciones que hacen. Si esto se separa del mínimo esperado en relación a lo que el marco ideológico de su partido representa, hay que tener cuidado. En el caso de los republicanos, la división del partido y de buena parte de la sociedad norteamericana, es evidente. En el caso de los democrátas, continuar las políticas de Obama en el plano de lo social, sería complicado para el futuro del partido. En asuntos de ideología de fondo, no olvidemos que “de la abundancia del corazón, habla la boca”.