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Réquiem por Horacio Salazar
Su partida abre un hueco más en el buen periodismo mexicano
Me tocó irme de mi alma máter, el periódico El Norte, en el umbral de los años 80 y justo cuando esa década empezaba, llegó ahí Horacio Salazar, mi amigo, de cuya serenidad me contagié tantas veces en medio del fragor apasionante de escribir en los medios.
Les platico: Quise esperarme a que mis amigos @FedericoArreola @eloygarza @obedc y Andrés Meza -cercanos a Lacho- le dedicaran sus columnas, para hacer lo propio y tomar algunos de los elogiosos conceptos con que se refirieron a él, a raíz de su partida en el último día del pandémico año 2020.
Me di cuenta de que eso que tanto le admiraba -su pasión por la poesía, por la ciencia, la robótica, el cosmos y el buen hacer de las cosas- también se lo admiraron ellos y hoy que se nos ha ido, queda en nuestras memorias el testimonio de su obra, de su calidad humana y don de gente.
Nos escribíamos muy seguido, con cualquier pretexto; uno de ellos, su preocupación por la marcha del País en medio de éste enemigo invisible que nos acecha por todos lados y más por el de la inconciencia de quienes creen que son dueños de un albedrío ajeno para moverse en éstos días enfiestados.
Como si enfermarse y morir les tocara nada más a ellos y no a quienes contagian el bicho en sus casas.
La última vez que lo vi fue el 3 de noviembre del 2019, cuando en un evento organizado por nuestro mutuo amigo Angel Quintanilla, coincidimos él, Manuel Yarto, Federico, Eloy, Andrés y otros colegas.
Manuel se nos fue en marzo pasado y atesoro la conversación que tuvimos él, Lacho, mi Gaby y yo con motivo de haber reunido a Federico, Gustavo M. de la Garza y Fernando Turner, en un panel sobre los desafíos de la 4T.
El enfoque científico de Lacho sobre el periodismo moderno encontraba en la profundidad de pensamiento de Manuel, un desafiante ángulo para quienes tenemos la oportunidad de escribir todos los días.
Más allá de la academia que poseían Lacho y Manuel, queda para la posteridad el rigor con el que inculcaban a las nuevas generaciones, el amor por la lectura.. y si se trataba de la lectura periodística, qué mejor.
De todas las críticas que he leído hacia López Obrador, las de Lacho eran de una talla muy por encima de los estándares que saturan redes y medios actualmente.
Nunca le escuché ni le leí una censura ofensiva o agraviante contra el gobierno de la 4T. Su énfasis en la construcción por encima de la destrucción, se mantuvo incólume hasta sus últimos días.
Una vez que platicábamos sobre los libros que habían marcado nuestras vidas, coincidimos en uno que es el de muchos: "Cien años de soledad".
No sé por qué -pues fue hace como cinco años- pero en aquella ocasión le recité una profética frase de esa portentosa novela.
Melquiades: "La ciencia ha eliminado las distancias. Dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa".
Lacho era ciencia. Creo que por eso le cité lo dicho por el personaje de García Márquez.
Hoy temprano que le di la noticia a mi Gaby, le dije que hay "quienes" no deberían morirse nunca. Mi amigo Lacho es uno de esos "quienes".
CAJÓN DE SASTRE
"Hasta siempre, Lacho", dice la irreverente de mi Gaby.