Saltillo desde el mirador

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Saltillo desde el mirador

A los espacios públicos los ciudadanos les damos el valor simbólico y material que tienen con nuestra presencia, con nuestro caminar con el tejido de interrelaciones que en estos territorios se genera. 

El valor de un espacio esta indefectiblemente ligado con la comunidad que lo habita; y a estas alturas del crecimiento de saltillo, todavía podemos aspirar a enmendar el tipo de crecimiento que buscamos, en un diálogo entre autoridades y ciudadanos.


En el territorio nacional, y Saltillo, no es la excepción, se autorizan cada vez más proyectos que invierten porcentajes: menos espacios públicos de convivencia, más plazas comerciales; más jardines con plantas y pasto que gastan el agua que no tenemos y menos jardines con plantas regionales. 

O bien, se desoyen las opiniones de expertos que aportan información que busca la regionalización de vegetación para insertarla en espacios públicos, o de quienes argumentan la pertinencia de conservar espacios con historia y una apropiación comunitaria arraigada.


Hablamos de acontecimientos lejanos, casi como referencias literarias, incluso dichos acontecimientos son tomados como un ejemplo. Sin embargo, que se intente algo así en la localidad, puede ser considerado un acto de afrenta, como un despropósito o desestabilizador del orden público. 

Veamos como ejemplo el caso de la plaza de Estambul, en donde la ciudadanía se opuso a la destrucción de los árboles centenarios. En aquel momento el silencio de los medios de comunicación ante la represión, no detuvo este movimiento que, a través de redes sociales, dejó en evidencia la falta de escucha y también la rudeza ejercida por las autoridades.

 
A escala local, toca el caso del movimiento “Saltillo: sí al mirador natural, no a la torre”. ¿Cuál es el grado de diálogo entre razones y costos? La democracia, ese cuerpo vulnerado y vilipendiado, que solo se toma en cuenta en las urnas, parece que nos exige cada vez más, incluir algunos de sus elementos, para hacerla presente. 

Uno es la consulta (nos guste o no, implique más tiempo o no en la elaboración de políticas públicas).
De todos es sabido que los recursos públicos son escasos. 

 Por eso, ¿será posible que se y inviertan recursos públicos para habilitar la ciclovía, para mejorar las banquetas, para generar un programa con recursos públicos y privados de las empresas maquiladoras, para lograr tener un transporte de calidad, con interconexiones más ágiles, lo que implicaría menos tiempo de traslado y menos gasto para los habitantes? 

¿Y si nos avocamos a difundir la riqueza del mirador natural y las razones por las que es un tesoro histórico?

 ¿Y si nos comenzamos a interesar por sumarnos a proyectos o acciones pequeñas que benefician la vida en comunidad? 

¿Y si podemos dialogar con autoridades con base en propuestas y no con descalificativos?


Y, además, si consideramos este drama nacional que por el momento implica una movilidad y conectividad más lenta en transportes automotores, posiblemente ahora sí nos interesen algunos temas de la dinámica pública. ¿Solo cuando nos afectan en lo  individual, abrimos los ojos a la reflexión de la vida en colectivo? Si es así, bienvenido sea este momento. 

 

claudiadesierto@gmail.com