Sangre apache y otras mezclas

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Sangre apache y otras mezclas

A la parte salvaje que hay en ti

Mezcla de mezclas. En estos territorios –y en los otros- es imposible hablar de una sola sangre. Entre las herencias que vienen con su carga emocional, genética e histórica, ayer, acompañados de los entrañables tamales y champurrado, en casa de tía Elida, escuché una charla de un tío y una prima por la parte materna. Me enteré algunos sucesos, uno salvaje, que me fascinó, en el amplio sentido de esta palabra.

Pero empezando por el principio, como dicen. Estos fueron los temas iniciales: que porqué hay gente tan chaparrita y gente tan alta en una misma familia. Qué porqué los ojos celestes o los ojos café oscuros que provienen de una misma madre. Y pues resulta que hace varias generaciones, tuve un tío, Loreto Montemayor, muy chaparrito, era de origen judío, quien junto a otro familiar, practicaba el judaísmo, por lo que era despreciado. Pues nada, que Loreto, chiquito, güerito y de ojo azul se fue a casar con una mujer de apellido Montes de Oca. Y allí está lo interesante para mí: ella provenía de una familia a la que los apaches hurtaron una mujer y tiempo después, volvió al pueblo con un hijo. Es en este descendiente, que luego se multiplicaría en hijos, por tanto antepasados nuestros, en quien la sangre se mezcló con la sangre de uno de los grupos originarios de estos territorios.

Yo solo imagino que la historia pudo tener vertientes como rapto, violación, una historia de amor, o esfuerzos de adaptación y sobrevivencia. En fin. Dice mi tío Juan que por eso en la familia hay mujeres y hombres tan altos y morenos en quienes se expresa la sangre apache. Y dice mi prima Alma que de eso no solo hay recuerdos  recuperadas en la familia de forma oral l interior de rse en ese que danuestros, espiral en el tiempo pues es la f siento que un gran pecho me abraza en su seno?que da, también hay documentos que han sido rescatados por el doctor Carlos Manuel Valdés en sus investigaciones históricas libro sobre Nadadores, ese pueblo en donde nacieron y vivieron mis abuelos con mi madre y sus hermanos.

Y pues también tenemos sangre otomí, ya que por acá estuvieron los nativos de Tlaxcala, no solo en Saltillo; subieron hasta Nadadores. Y como no recordar a la abuela Guadalupe Fuentes Montemayor cardando lana, y urdiendo lana y tela para hacer los cobertores más abrigadores que han cubierto mi cuerpo. Me tocaba verla en el cardado allá en el patio, con esos cepillos de metal que al frotarse dejaban la lana suavecita y libre de las hierbas y ramitas que se venían al momento de trasquilado de animales. Incluso recuerdo haberla ayudado.

De la herencia judía recuerdo a mi abuela cubrir todos los espejos de su casa cuando alguien fallecía. Y también los espejos de los hogares de tías que seguían viviendo en Nadadores. De esta línea vienen los licores dulces que hacía mi abuela y que me recuerdan el licor dulce de ciruela hecho por los judíos.

O bien, tenemos otra línea que me enamora: esos etéreos mantos que cubrían el rostro de mi abuela al ir a misa, digo yo que era una reminiscencia translúcida de aquel velo musulmán, y luego andaluz que fue adelgazando su grosor con el paso de los siglos,  hasta convertirse en ese tejido blanco sobre su rostro. En el interior de un ropero llegué a tocar la suavidad de la colección personal de chales y velos de mi abuela.

Mi madre y yo abandonamos la plática y en el camino a casa, me pregunto qué pasaría con aquella mujer que estuvo con los apaches. Y otros pensamientos vuelan rápido al momento presente: ¿será por eso que de pronto sueño con árboles que me hablan? ¿Será por eso que sueño con búfalos? O a causa de esto será que no volví a cortar mi cabello desde la primera vez que escuché que la cabellera larga era para algunos pueblos originarios de Norteamérica, la conexión con la Naturaleza y de donde los dioses tomaban a hombres y mujeres al morir, para llevarlos al cielo? ¿Será por eso que cuando me recuesto a cielo abierto, lejos de la ciudad, me siento abrazada y como si estuviera en casa?
¿Será? ¿O será que me gusta elegir de entre estos registros, los que considero más afines a mis ideas.

Soy de una familia como muchas otras del norte de México. Esta historia seguro se repite como espiral en el tiempo pues es la familia donde sangres y dioses están unidos en un todo diverso y caótico: ateos, religiosos, revolucionarios, alcaldes ladrones y héroes sin caballo. Dolor, amor y resistencia, la historia sin principio que da fábula y sentido. 

claudiadesierto@gmail.com