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Se puede decir... Que el avión presidencial es un dolor de "cabeza"
Pero no se puede decir... Que deshacerse de él la opción sería por "intercambio". Con esa operación podrían participar los países de primer mundo, haciendo el negocio a la antigua por medio del "trueque", es decir pagarlo con mercancías, medicinas y otros, en vez de dinero en efectivo, y de una vez por todas mandarlo a "volar", ya que desde su compra ha dañado las arcas gubernamentales, además de ser un "insulto" para los mexicanos.