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Sin Amor
A finales de la década de los 70 hubo una película que dio mucho de qué hablar como retrato de un fenómeno que estaba incrementándose en el mundo entero: el divorcio.
La cinta a la que nos referimos es “Kramer contra Kramer”, la máxima ganadora del Oscar a lo mejor en cine norteamericano de 1979, al obtener los correspondientes a la Mejor Película; el Mejor Director y Mejor Guión Adaptado (Robert Benton); el Mejor Actor (Dustin Hoffman) y la Mejor Actriz de Reparto (Meryl Streep) llegando a conmover hasta las lágrimas a quienes la vimos en su momento por contarnos la problemática en la que se ve envuelto de manera inesperada un publicista neoyorkino (Hoffman) cuando su esposa (la Streep) lo espera un día tras su jornada de trabajo con una maleta para decirle que los deja a él y al hijo de ambos.
Lo peor se viene cuando, tras un largo período de adaptación entre el padre y el pequeño hijo, la madre reaparece no solo para solicitar el divorcio sino con la novedad de que le surgió tras “encontrarse a ella misma” el instinto maternal y se quiere llevar a su hijo con ella lo que conlleva una acalorada batalla legal entre las dos partes por obtener la custodia del niño.
Casi cuarenta años han pasado de aquella memorable película que en Saltillo disfrutamos en su momento en el recién inaugurado cinema Plazza a los inicios de los años 80, y en el contexto de un mundo globalizado en el cual la institución matrimonial está poco menos que desgastada siendo que en nuestra misma ciudad capital se cocina como enchiladas un denominado “divorcio exprés” pareciera que no podía darse una película que nos moviera todavía más allá de las lágrimas y que nos llegara hasta las vísceras y el intestino relacionada al divorcio de una pareja pero con la particularidad de que ninguno de los dos quiere hacerse cargo del hijo que ambos concibieron para poder hacer cada uno por separado y sin problema alguno una nueva vida con otra pareja.
La cinta en cuestión se titula “Sin Amor”, es de la autoría del cineasta ruso Andrey Zvyagintsev (“Leviathan”) y desde sus primeras imágenes con paisajes nevados desolados y una potente instrumentación musical nos prepara para experimentar el dolor que somos testigos sufre ahora sí que el niño sin amor del título, quien al escuchar sin que se den cuenta a sus padres discutir sobre quién debe quedarse con él tras su divorcio ya que ninguno lo quiere huye de la casa y propicia, ahora sí, que sus progenitores se preocupen por él e involucren a la policía en su búsqueda.
“Sin Amor” es una profunda reflexión sobre el matrimonio y la paternidad en nuestros días, y aunque se desarrolla en diciembre del 2012 en vísperas del apocalíptico 21 de diciembre de aquel año tiene una vigencia brutal a partir de tan sólo un dato duro que dan justo cuando los padres solicitan a la policía busquen al niño se les dice a la pareja que si no es un “juego sucio” de ellos puesto que muchos padres en Rusia reportan a hijos desaparecidos sólo para cubrir el hecho de que los han asesinado de antemano. Nominada como “Leviathan” al Oscar a la Mejor Película Extranjera en su caso del 2017, aunque “Sin Amor” perdió ante la chilena “Una mujer fantástica” se merece todos los premios y toda la atención particularmente de los cinéfilos que son padres.
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