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Sin diferencia
En la sociedad del espectáculo en la cual estamos inmersos, ya no hay diferencia alguna entre dos polos: la seriedad contra la frivolidad. Nunca la ha habido, pero hoy las fronteras se han abolido por completo.
Decenas de lectores me marcaron cuando en semana pasada, dos revistas del DF publicaron la misma portada. Una, la apocalíptica revista “Proceso” le dio fotografía y llamada de fondo a un artículo donde la actriz Kate del Castillo explicaba de su encuentro y amistad con Joaquín Guzmán, el más famoso narcotraficante apodado “El Chapo”. Hasta aquí bien, pero da la casualidad que la revista especializada en el mundo de la farándula y el oropel, esta sí de presencia nacional y harto vendida, “TV y Novelas” le dio portada, llamada y ocho páginas en interiores a todo color a la misma Kate del Castillo. Se los dije, política y farándula son la misma cosa. Una vez más mi tirada de naipes se ha cumplido.
No hay diferencia alguna entre ambos mundos. Siempre han sido lo mismo. Lo único es que, los humanos que se quieren poner sesudos y críticos, ancilan su tirada de naipes en la publicación que semanalmente dice que México al siguiente día de su aparición, va arder y se va a colapsar: “Proceso”. En el otro lado de la moneda, sin hacer olas ni aspavientos, “TV y Notas” y “TV y Novelas” le han dado una cobertura tan puntual y puntillosa al caso, que sus fotografías e información superan a lo de los diarios “serios”. No pocas llamadas recibí para comentarme de lo anterior. Fue en la semana del 14 de marzo. Ese día apareció Kate en “Proceso” y también en “TV y Novelas” (No. 11. XXXVIII). Y claro, lo anterior merece un análisis puntilloso por parte de un comunicólogo, no por parte de quien esto escribe.
¿Debe de sorprendernos? Absolutamente no. Los pueblos y su sociedad viva y en movimiento tienden a manifestarse y expresarse de muy barrocas e inesperadas maneras. Nuestros hermanos peruanos, cuenta Mario Vargas Llosa con razón, han volcado su creatividad a la cocina. Situación con la cual concuerda el chef Juan Ramón Cárdenas quien tiene una amplia tesis al respecto.
Por su parte, los brasileños y los argentinos tienen en el futbol soccer su sino y su condena. Es su vida misma. Hoy los semidioses que juegan tienen nombre y apellidos brasileños y argentinos. Aquí late y bulle su conciencia. ¿Y los mexicanos? ¿Dónde nos manifestamos y expresamos de manera que nos puedan reconocer en todo el orbe?
Sin duda, en una aportación de México al mundo: las telenovelas, los culebrones, el drama de poca monta de la televisión lacrimógena que idealizamos.
Esquina-bajan
Era la década de los 90 del siglo pasado. Una pequeña, bajita actriz con cuerpo de tentación paralizaba a todo México con sus actuaciones. Recuerdo varios dramones que duraban meses en la televisión nacional en horario estelar:
“María la del barrio”, “Quinceañera”, “Marymar”. Sí, es la archi-famosa Thalía. Recuerdo entonces que por esos años, un vecino país ardía con una guerra intestina; si mi memoria no falla, era Filipinas. Granadas en las calles, violencia desatada, tiros y balas por todos lados. Pero, cuando en la televisora de ese país llegaba el horario del drama de Thalía, “Marymar”, aquello paraba para ver la continuación del culebrón.
Ojo, toda una conflagración bélica paraba para ver el siguiente capítulo, los quejidos y avatares de una Thalía convertida en princesa de cuento televisivo.
Se empezó a pactar una tregua al fuego para negociar la paz tan anhelada. ¿Cómo cree usted que se llamaron dichos convenios para firmar la paz? “Los acuerdos de Marymar”. No, no es broma, es historia.
Por eso, que Kate del Castillo tenga paralizado al País por su cercanía con el mayor narcotraficante del planeta y haya hablado con él, cuando todas las corporaciones de inteligencia del mundo lo buscaban, no es cosa de risa, sino la triste y pinche realidad que muchos no quieren ver.
Por esto debemos de escribir y documentar todo bajo un periodismo nuevo, plagado de ideas y con cierto humor juguetón para enseñar lo que está sucediendo en nuestras propias barbas y no queremos voltear a ver, y a dónde están migrando los lectores. Debemos de nutrirnos de todas las savias y a la vez, inyectar buenos textos a todas las arterias y venas para ofrecerle al lector cotidiano lecturas con criterios, principios, doctrinas y valores con un denominador común: la libertad. Y claro, buena pluma.
Letras minúsculas
“TV y Novelas” y “Proceso”, ya no hay diferencia alguna. La misma información, la misma portada.