Sin excusas: la unión puede vencer todo

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Sin excusas: la unión puede vencer todo

ilustración: Esmirna Barrera
En medio de tiempos de descomposición y violencia, los mexicanos debemos unirnos para que juntos –sin distinción- saquemos adelante al país

 “México, el último de los países mágicos, mágico de antigüedad y de historia, mágico de cultura y geografía. Valles abruptos atajados por inmensas paredes de roca, de cuando en cuando se ven colinas elevadas recortadas al ras como por un cuchillo, inmensas selvas tropicales fervientes de madera y de serpientes, de pájaros y de leyendas. Y no hay en América, ni tal vez en el planeta, país de mayor profundidad humana que México y su gente. A través de sus aciertos luminosos, como a través de sus gigantescos errores, se ve la misma cadena de  y generosidad, de vitalidad profunda, de palpitante historia, de germinación inagotable”.

Vaya manera en la que el inmenso Pablo Neruda abarcó la belleza de México, de este país generoso y majestuoso. De nuestro México que hoy sufre y padece, de esta patria hoy entintada de rojo y de terribles desaciertos.

TIEMPOS

Vivimos tiempos inéditos. La descomposición del ámbito político y la violencia afectan gravemente al país. La tolerancia de unos parece alimentar el odio de los otros, mientras el ciudadano común sufre las consecuencias. Hoy, un país dividido, clama por soluciones viables para vivir en concordia y armonía. En paz.

Desgraciadamente, las mentes y corazones de muchos mexicanos se sumergen en noticias y eventos que crean confusión, división y desaliento, que provocan claras actitudes antisociales y latentes inclinaciones hacia una nueva forma de rebelión: esa que hace que cada quien se encierre en sí mismo, en “su verdad”.

REALIDADES INNEGABLES

México tiene problemas serios, es indiscutible que el tema político se encuentra sumamente complicado, también es innegable que una multitud de personas vive en la indigencia ante la insensibilidad de los partidos y de las autoridades.

Desafortunadamente, la violencia, el narcotráfico, los feminicidios y la inseguridad se han apoderado de regiones enteras.

Es incuestionable que existen mexicanos que, desde sus posiciones políticas, traicionan los principios morales que sus ancestros les legaron, al defraudar, mediante la corrupción y deshonestidad, a su familia y a nuestra patria.

Pero ninguna de estas circunstancias -por grave que sean- deben ser causas de desánimo, sino fuente de inspiración para buscar caminos a fin de dejar de ser un pueblo enmascarado, triste, antagónico, quejumbroso, melancólico y sobre todo dividido.

MANOS A LA OBRA

Ante estas circunstancias hay que alentarnos para que en México abunde el buen ánimo y, desde esta anchura del alma, transformar las protestas en propuestas y buscar remedios que edifiquen y perfilen al país hacia mayores niveles de bienestar. Es, entonces, tiempo de despedirse del pasado, de los viejos agravios; tiempo de dejar de remover las cenizas de nuestras desgracias colectivas. Es tiempo de convocar a la concordia, a la paz.

Es momento de reconocer a las personas que silenciosamente, pero con trabajo manifiesto, buscan el bien de la gente, distinguiéndose en su afán diario, haciendo sencillamente lo que se tienen que hacer.

Es época de aprender de las personas cuyas acciones son alimentadas por la confianza y el respeto hacia México, de esos mexicanos que si bien se ven afectados –como todos– por las vicisitudes actuales, no quitan el dedo del renglón y continúan trabajando con empeño, a pesar de la manifiesta ineptitud, ignorancia y encono que muestran la mayoría de nuestros congresistas y gobernantes.

APRENDER…

Es momento de alentarnos del fecundo albañil que diligentemente reafirma un ladrillo sobre otro; del policía honesto; del taxista que recibe a sus clientes con una ancha sonrisa; de los campesinos que no cesan de tener esperanza de una cosecha mejor, a pesar de la pésima política agropecuaria que negativamente hoy le afecta; del empresario socialmente responsable que insiste en ser mejor persona con sus trabajadores y comunidad; del trabajador que hace bien su chamba; del maestro que se entrega apasionadamente a sus alumnos, a su oficio; del funcionario público que hace acopio de sus principios para no caer en la tentación de la corrupción tan generalizada en nuestro país; del joven que se empeña en el deporte o el arte, para no ceder a las ofertas fáciles que luego ponen en riesgo su existencia; del vendedor comprometido con su labor; del periodista veraz, analítico y propositivo; de los padres de familia que de todo hacen sin dejar asomar su cansancio; del médico que no se ha monetizado, y que pone en ato las leyes sagradas de la medicina.

Es necesario advertir la presencia, la grandeza, de todos los mexicanos que, haciendo el presente, le apuestan a un futuro en donde prevalezca la vida sobre la muerte, el amor sobre el odio, la armonía sobre la disolución social, el diálogo sobre la discusión estéril, la unidad sobre la división y provocación violenta.

MEXICANOS SILENCIOSOS

¿Por qué para algunos mexicanos solo hay opciones y caminos que conducen a la fragmentación a la mediocridad y a la división, mientras que otros multiplican sus esperanzas mediante sus actos orientados al logro de excelsos ideales convocando siempre a la concordia?

Tal vez, los primeros –ruidosos por naturaleza- han dejado a la deriva la posibilidad de utilizar la imaginación y la esencia de sus corazones para ver la vida en forma diferente, sin vinagre; mientras los segundos, sin desconocer la realidad y lo que en ella subyace, han aprendido a identificar las restricciones y los problemas como auténticas oportunidades para realizar cambios positivos y significativos.

Estos fecundos mexicanos –en su mayoría silenciosos, pero efectivos en sus acciones- saben que es más importante la alegría que surge de emprender sus tareas, que la euforia derivada al alcanzar sus metas. Ellos saben que es más significativo la dirección en la cual se enfoca el alma que eso que finalmente se logra construir con las manos.

POR TODOS

Todos tenemos la responsabilidad de iluminar nuestro mundo personal para contribuir con soluciones creativas y así continuar con la obra inconclusa que siempre es México.

Es momento de reconocer la responsabilidad compartida de forjar un país justo, a la altura de los retos contemporáneos muchos de ellos de escala mundial. No hay que pensar en milagros, sino, sencillamente, arremangarnos las mangas y ponernos a trabajar solidariamente.

Es urgente estar a favor de México, apostar a la concordia, siempre empezando en nuestras propias trincheras, pues es en ese espacio mágico donde reside la real esperanza para que en México exista justicia social, legalidad, desarrollo económico y movilidad social.

Debemos fortalecer el ánimo y las acciones concretas: se lo adeudamos a la patria. Es tiempo de caminar por el lado soleado de la vida y llevar al país a esta región iluminada por la esperanza. Urge convocar a una concordia que permita a todos trabajar unidos -sin distinción de partidos o creencias- por eso que es transversal y que sí que todos tenemos en común: México. Nuestra patria.

Este ánimo se fortalece, al apostarle a la tolerancia y la paz. Esta esperanza no es utópica, pues se encuentra fundamentada: México es un país repleto de "Cantera", de personas que obvian las lecciones y dan ejemplos, que se arriesgan, que poseen convicciones inquebrantables; es decir, México se encuentra colmado de seres humanos vitales y generosos, con inmenso talento, ingenio, determinación capacidad para solventar, para conciliar lo que parece irremediable, inconciliable, incompatible. Estoy convencido que la mayoría de los mexicanos amamos a nuestra patria, que emprendemos por ella haciendo de los obstáculos nuevos caminos. México está colmando de mujeres y hombres que, sin excusas, todos los días labran y construyen esta tierra bendita.

Urge convocar a una concordia que permita a todos trabajar unidos por eso que es transversal y que sí que todos tenemos en común: México.

Hay que alentarnos para que en México abunde el buen ánimo y, desde esta anchura del alma, transformar las protestas en propuestas y buscar remedios.

Estos fecundos mexicanos saben que es más importante la alegría que surge de emprender sus tareas, que la euforia derivada al alcanzar sus metas.

No hay que pensar en milagros, sino, sencillamente, arremangarnos las mangas y ponernos a trabajar solidariamente.

 

cgutierrez@tec.mx

Tec de Monterrey Campus Saltillo

Programa Emprendedor