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‘Tiene razón…’
La conquista de la felicidad es uno de los mayores anhelos humanos y para innumerables naciones representa un ideal fundamental; por ejemplo, los Estados Unidos declaran en su Constitución “Sostenemos por sí mismas como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
En nuestro caso el “derecho” a la felicidad no se encuentra en nuestra Constitución de manera explícita, pero se podría decir que, implícitamente, se encuentra en un sinnúmero de artículos; por ejemplo, en el primero (cumplimiento de los derechos humanos, mismos que junto con la habitabilidad del espacio y las relaciones humanas y familiares permiten que los ciudadanos sean felices), en el tercero (respeto a los derechos humanos y la tendencia a desarrollar las facultades del ser humano ), y el cuarto (derecho a la igualdad, la protección de la familia, el derecho a la alimentación, a la protección de la salud, a la vivienda digna y a un medio ambiente sano).
Sin embargo, sería conveniente que la felicidad, explícitamente, se convierta en un “derecho” Constitucional para todos los mexicanos. Ciertamente inalcanzable, pero forjadora de rumbo y acciones.
PERSONALÍSIMO
Estamos lejísimos de alcanzar la felicidad universal debido a tanta tragedia, pobreza, marginación, injusticia, violencia y desasosiego, por lo que este derecho es imposible que lo ejerzan millones de personas en el mundo, ni tampoco en México; pero considero buen momento para reflexionar sobre el tema pues, finalmente, en mucho la felicidad como propósito de vida, es un estado individualísimo del espíritu y la mente que tiene que ver con cada persona, con vivir abiertos, con ser lo que ya se es, con lo que se construye cada día.
LUZ…
Sobre este tema hoy traigo a colación a Og Mandino (1923-1996), quien ingresó en la fuerza aérea y participó en la Segunda Guerra Mundial; de regreso a su natal Estados Unidos, desubicado y desempleado, trabajó de vendedor de seguros, tarea en la que fracasó, cayó en el alcoholismo que lo llevó al borde del suicidio; de hecho, Og afirmó que compró un arma para matarse; pero se arrepintió. Luego se encontró en la biblioteca pública leyendo libros que le pudieran ayudar a salir adelante. Posteriormente, publicó “el vendedor más grande del mundo”, un “best seller” mundial.
Para Og Manidno, que después de su terrible experiencia de vida se dedicó al desarrollo de otras personas, existen 17 reglas esenciales para ser una persona plena:
1.- “Considerar lo bueno que uno tiene. Una vez que uno se da cuenta de lo valioso que es y de cuantas cosas positivas tiene a su favor, las sonrisas volverán, saldrá el sol, sonará la música y uno podrá finalmente avanzar hacia la vida que Dios le señaló... con gracia, fuerza, valor y confianza”.
2.- “Hoy, y todos los días, uno debe dar más de lo que le pagan por hacer. La victoria del éxito se habrá ganado a la mitad cuando uno aprenda el secreto de dar más de lo que se espera en todo lo que uno hace. Hay que hacerse tan valioso en su trabajo que más adelante uno se vuelva indispensable. Uno debe ejercer su derecho de recorrer ese kilómetro adicional y disfrutar de todos los beneficios que recibirá”.
3.- “Cada vez que se cometa un error o se haya sido abatido por la vida, no hay que quedarse demasiado tiempo pensando en ello. Los errores son la forma en que la vida le enseña a uno. La capacidad de cometer errores ocasionalmente es inseparable de la capacidad de lograr las propias metas.
4.- “Uno debe premiar siempre sus largas horas de trabajo y afán de la mejor manera, rodeado de su familia. Hay que alimentar su amor con todo cuidado y recordar que los hijos necesitan modelos, no críticas, y el propio progreso se intensificará cuando uno se esfuerce constantemente por presentar el mejor aspecto de uno mismo a los hijos, e incluso si uno ha fallado en todo lo demás a los ojos del mundo, si se tiene una familia que lo ame, uno es un triunfador”.
5.- “Levantar este día sobre una base de pensamientos agradables. Uno no debe preocuparse nunca por ninguna imperfección que uno tema que pueda impedir su progreso”.
6.- “Siempre dejar que las propias acciones hablen por uno, aunque todo el tiempo hay que estar en guardia contra las terribles trampas del falso orgullo y la vanidad que pueden detener el propio avance.
7.- “Cada día es un don especial de Dios, y si bien es posible que la vida no siempre sea justa, uno no debe dejar nunca que las penas, las dificultades y las desventajas del momento envenenen la actitud y los planes que uno tiene para sí mismo y su futuro”.
8.- “Uno nunca debe llenar sus días ni sus noches con tantas nimiedades y cosas insignificantes como para no tener tiempo de aceptar un verdadero reto cuando éste se presente”.
9.- “Vivir este día como si fuera el último de su vida. Recordar que sólo se encontrará la expresión “mañana” en el calendario de los tontos. Olvidar las derrotas del ayer y no tomar en cuenta los problemas del mañana”.
10.- “Brindar a cada persona toda la atención, amabilidad comprensión y afecto que uno pueda mostrar, y hacerlo sin pensar en ninguna recompensa”.
11.- “Reírse de sí mismo y de la vida. No con el ánimo de burlarse ni de autocompasión plañidera, sino como un remedio, como un medicamento milagroso”.
12.- “Nunca deben descuidarse los detalles, ni escatimarse ese esfuerzo adicional, esos cuantos minutos de más, esa palabra suave de alabanza o agradecimiento, esa entrega de lo mejor que uno puede hacer”.
13.- “Recibir cada mañana con una sonrisa. Uno debe considerar el nuevo día como otro regalo especial, otra oportunidad dorada para completar lo que uno no pudo concluir ayer. Hay que motivarse uno mismo. Dejar que la primera hora establezca el tema del éxito y la acción positiva que con toda seguridad resonará durante todo el día”.
14.- “Uno logrará su gran sueño, un día a la vez, así es que hay que fijar metas para cada día - no proyectos largos y difíciles, sino tareas que lo llevarán a uno, paso a paso, hacia su arco iris”.
15.- “No permitir jamás que nadie le eche a perder su desfile y de esa manera arroje una sombra de tristeza y derrota en todo el día. No se requiere nada de talento, ni abnegación, ni inteligencia, ni carácter, para estar en el equipo de los que encuentran fallas”.
16.- “Buscar la semilla del bien en todas las adversidades. Cuando uno domina ese principio, posee un valioso escudo que lo protegerá bien a través de todos los oscuros valles por donde tenga que pasar”.
17.- “Darse cuenta que la verdadera felicidad radica dentro de uno mismo. No hay que desperdiciar tiempo ni esfuerzo en buscar la paz, la alegría y el gozo en el mundo externo”.
SONREÍR…
Mandino tiene razón, la vida se escurre con impresionante rapidez (¡ya estamos en el 2020!) para perderla en tonterías. Cada día representa un territorio inexplorado de gozo, tiempo en espera para ser conquistado por las personas que se atreven a vivir apostándole al bien ser y hacer que otros vivan bien.
Podemos caminar felices si aprendemos “a cambiar lo que puede cambiarse, a resignarnos para aceptar lo que no puede ser cambiado y a tener la inteligencia para distinguir lo uno de lo otro”. Además, como dice Tagore: “si lloras porque el sol se ha ocultado, las lágrimas te impedirán ver las estrellas”.
Entonces es menester comprender que se “aprende” a ser feliz, o infeliz.
El reto 2020: ¡sonreír a toda costa, aunque, en ocasiones, no se tengan las ganas de ser acariciados por el calor del sol!
Aparte de lo dicho por Og, ¿cuál es el camino para lograr esta plenitud? Esto lo resume el Papa Francisco: “Vive y deja vivir”; pero, digo yo, sin lavarnos las manos. Ciertamente, el Papa tiene razón.
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