Todo un sexenio perdido sólo por su necedad y tozudez

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Todo un sexenio perdido sólo por su necedad y tozudez

Simplemente seis años perdidos. Duró 18 años en campaña, ahora su sexenio va a ser conocido como el sexenio perdido. ¿Tiene Andrés Manuel López Obrador mala suerte? No, es destino. Él lo está construyendo diario. Su tozudez lo está llevando al precipicio. Junto con él, nosotros. Sus colaboradores lo ensalzan, lo alaban, lo idolatran, le festejan sus sandeces. Eso es abyección. Decían no ser iguales a los priistas o a los panistas en el poder. Resultaron peores. ¿Recuerda usted lo siguiente que se generó en algún sexenio priista pretérito? A pregunta expresa del entonces Presidente de México, cuando este preguntó la hora, la respuesta del lacayo fue la siguiente: “La hora que usted diga, Presidente”.

Nada ha cambiado y sí ha empeorado la sumisión, la humillación, la abyección. Lea lo siguiente de Hugo López-Gatell: “La fuerza del Presidente es moral… no de contagio”. Ha quedado lo anterior grabado a fuego vivo en el imaginario colectivo y ejemplo de la abyección más rastrera de que se tenga memoria. Por estos días terminé de leer “Hamlet”, de William Shakespeare. Leer teatro no se me da del todo. No es lo mío. Pero por disciplina, estoy leyendo todo Shakespeare. Debí de haberlo hecho un buen de tiempo atrás, pero nunca es tarde. “Hamlet” lo he leído es una extraordinaria traducción de Luis Astrana Marín, quien con notas al pie de la página, nos ilumina sobre términos ingleses hoy en desuso e incluso, palabras y versos que son de casi imposible traducción/versión al español. Como por ejemplo, el veneno con el cual dan muerte al Rey Hamlet. Lo comentaremos en nuestra tertulia sabatina de “Café Montaigne”, en su momento y dentro de poco. Aquí he encontrado la siguiente línea: “Es muy querido de la multitud fanática, que no opina con su juicio, sino con sus ojos”. López Obrador está a punto de dilapidar todo su capital político que ganó en la elección. Pero vaya, usted lo sabe, el voto de la masas es un voto afectivo, jamás razonado. La multitud fanática lo encumbró, éste ya se mareó en su silla presidencial.

Un sexenio perdido por su necedad y tozudez. Cuando en 2019 todas las calificadoras internacionales, los bancos y todos los especialistas alertaban que México estaba en crisis económica y que habría un retroceso en la economía nacional debido a la inexperiencia con la cual AMLO y su equipo planeaban las cosas en México, este una y otra vez lo repetía: la economía en México crecería al 2 por ciento anual. De repente y al final del año, cuando vio los nubarrones negros descargar sobre el País su furia de crisis, ya con un inminente cierre de menos 0.1 por ciento mínimo, y 0.2 por ciento para otras fuentes, espetó ante el micrófono: “El crecimiento no es importante, sino el bienestar y la felicidad”. Por lo general, el bienestar y la felicidad llegan más rápido cuando se tiene dinero, y de preferencia, harto dinero para gastar.

ESQUINA-BAJAN

El virus chino vino a darnos en la madre a todos. Agregue usted la tozudez y necedad de AMLO y el coctel explosivo está listo. No vamos a ningún lado. Y como no creo que el Presidente cambie, va a ser un sexenio perdido. Hace días Luisa María Alcalde, la secretaria del Trabajo federal, habló de que tan sólo del 13 de marzo al 6 de abril, se han perdido en México 346 mil 878 empleos formales. Es decir, aquellos que se contabilizan legalmente. Pero, usted lo sabe, con un 54 por ciento de la población en el empleo informal, el desempleo entonces es avasallante y brutal. El Consejo Coordinador Empresarial (Carlos Salazar a la cabeza) ha advertido que si esto sigue así (pues así va a seguir, por necedad de AMLO y su equipo de abyectos), legalmente se van a perder entre 1 y 1.2 millones de empleos. Roberto Azevedo, de la Organización Mundial del Comercio, ha advertido que esta recesión va a llevar a una disminución, una caída del 32 por ciento en materia de comercio internacional.

AMLO por lo pronto, seguirá regalando dinero a los viejitos y a los muchachos (“Jóvenes construyendo el futuro”, ¡ja!) atados a su teléfono “inteligente” los cuales están disfrutando el mullido sillón en su obligada reclusión. En su mensaje a la nación con motivo de su “mininforme” de gobierno, López Obrador prometió dos millones de empleos de mayo a diciembre de este año. Es decir, una mentira más, una engañifa monumental; en su primer año completo de gobierno, 2019, sólo se crearon 342 mil 77 empleos (datos de la STPS). ¿De dónde va a sacar ahora dos millones de empleos? Tal vez a los trabajadores que carguen las vigas para construir el tren maya, vigas que se trasladarían caminando de Tijuana a Tabasco, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas…

Para la Organización Mundial del Trabajo, la proyección para México es la siguiente: 1 millón 700 mil puestos de trabajo se van a perder directamente como afectación por el coronavirus. Ya luego agregue usted las plazas perdidas del pequeño comercio. La afectación brutal hacia esa industria sin chimeneas llamado turismo (directivos de este sector ya hablan de la pérdida de más de un millón de empleos debido a la contingencia y el no haber trabajado la Semana Santa), donde su aportación anual a la economía es del orden de los 30 mil millones de dólares. Siga usted añadiendo los empleos perdidos en la industria restaurantera, en el sector hotelero y de servicios, en la aeronáutica, en… un analista dice lo siguiente: podrían perderse poco más de 7 millones de empleos en México, si sumamos todo el anterior panorama de nubarrones negros.

LETRAS MINÚSCULAS

¿Qué horas son en el reloj de López Obrador? La hora que diga el cacique…