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‘Tomar a Mamá’
Una madre es una arquitecta perfecta que tiene en sus manos una obra de Dios. Desde que los hijos son pequeños, va forjando y formando actitudes, creencias, virtudes y hábitos que se traducen en las acciones y actitudes de la vida diaria del ser humano.
El recordar el lugar que ocupa nuestra madre en nuestra vida, nos permite conectarnos con alegrías y en ocasiones con tristezas. Amor, fuerza y seguridad son, algunas de las herramientas que comenzaron a heredarnos nuestras madres desde que fuimos concebidos. Además de ocuparse de las necesidades básicas de la infancia, nutrieron nuestra parte afectiva, el alma y el espíritu de la persona que somos hoy. Renuncias, sacrificios y entrega desmedida por amor son algunas de las acciones innatas de una madre hacia sus hijos. Hoy es un día especial para valorar todas esas acciones, celebrar su presencia cuando la hemos necesitado, y también es momento de soltar y perdonar esas heridas del pasado y expectativas no cumplidas.
La relación con nuestra madre es sin duda la más importante de nuestra vida, y al mismo tiempo la más complicada. Exigimos, demandamos, reprochamos, rechazamos y culpamos a mamá cuando las cosas no resultan como esperamos.
Posibles heridas por sobreprotección, exceso de valoración y halago, por abandono, manipulación, comparación, miedo… Necesitamos perdonar a mamá por lo que hizo o dejó de hacer, el daño que nos pudieron causar sus propias inseguridades, auto exigencia o miedos. Perdonar su tristeza, su victimismo y sus carencias de infancia. Cómo hijos debemos ser capaces de ver la niña herida también en nuestra madre y ser compasivos con ella, aceptarla por completo, más allá de sus errores y lo que a ella la limita.
Cómo hijos seriamos demasiado ingratos al juzgar. Toda madre tiene sus propias heridas y carencias de infancia, sus limitaciones y dificultades para amarnos, y han buscado sostenernos cómo hijos, buscando también sostenerse ellas mismas. Es importante que para estar bien con nuestra madre y amarla con calidad, reconozcamos las heridas que tenemos y nos ocupemos de sanarlas.
Hoy tienes este momento presente para perdonarla, agradecerle y valorar todo lo que tu madre ha hecho por ti. Tomar lo que de ella viene cómo un legado maravilloso, que te toca a ti, el que ella tuvo para darte, que tal vez te causó heridas y te heredó dones maravillosos. Al realizar esto, encuentras la verdadera plenitud y te acomodas en tu espacio correcto. Cuando “no tomamos” a nuestra madre, no podemos amarnos a nosotros mismos.
Para reconectarte con tu Mamá, te invito a honrarla, agradecerle, pedirle perdón, perdonarla y perdonarte a ti por tus errores cómo hijo. Soltar los juicios y errores humanos y ver con claridad la grandeza del amor con que nos han formado, con agradecimiento y honrar su vida, porque de ellas venimos. Existe una lealtad original nuestra hacia nuestros padres, es por eso que necesitamos amarlos, aceptarlos y valorarlos.
Dale las gracias a Mamá de las siguientes formas:
- Mentalmente y en silencio, dale las gracias desde tu corazón y toma su fuerza.
“Querida mamá: Tal y como eres te tomo, tal y como eres tomo la vida, tal y como me la has dado. Y así eres justa para mí, lo tomo todo de ti, tal y como viene de ti. Abro mi corazón a lo que me das, incluso lo que fue duro o malo. Así eres mi madre, y así soy tu hijo.” Bert Hellinger
- Díselo a través de una carta o un mensaje claro y honesto.
- Mirara a los ojos y dile desde tu interior “honro la vida que me has dado y te agradezco con amor. Tomo lo que soy y me das completamente”.
Amar, honrar y aceptar a nuestra mamá nos conduce a la paz y a la reconciliación. Si estás en paz, proponte amarla más y si percibes aspectos que requieres soltar, libéralos para agradecer, honrar y valorar los dones tan maravillosos que ella decidió regalarte desde que aceptó darte vida.
Gracias Patricia Gómez Tueme, ¡Gracias Mamá! la mamá más entregada, desprendida, sencilla, oculta, genuina, espiritual, por siempre buscar darnos lo mejor, amándonos desde lo grande y lo pequeño, en cada instante y momento. Te amo Mamá. Gracias por darme tanto, jamás me alcanzaría la vida para recompensar todo tu amor, sacrificios y entrega. Dios me conceda llegar a ser un gramo de lo que tu eres. Celebro con mucho amor el haber nacido de ti. Te amo infinitamente, hasta el cielo y la vida.