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Trabalenguas o Juego de Palabras
Cae más pronto un hablador que un cojo. La reciente cumbre trilateral de América del Norte fue un rotundo fracaso para Enrique Peña Nieto. El “mal humor social” que percibió en los mexicanos quedó atrás, todo parece indicar que se ha convertido en un divorcio irreversible entre el Presidente y el pueblo de México.
No hay palabra del titular del Ejecutivo que no tope con una respuesta irónica, una burla o un meme en el ingenio y humor de los mexicanos.
México cuestiona forma y fondo de este gobierno, por sus políticas erradas y por su palabra torpe. Buena falta les hizo y les hace, al Presidente y a su equipo, una consulta oportuna al “Webster’s Elementary Dictionary”. Otro gallo les hubiera cantado durante su gira por Canadá.
En la tan comentada conferencia de prensa, parecía que Peña Nieto quería matar dos pájaros de un tiro: golpear a Andrés Manuel López Obrador criticando al “populismo”, y congraciarse con Barack Obama, atacando a Donald Trump. Para sorpresa de muchos, Obama le enmendó la plana. Palabras más, palabras menos, se refirió a la definición correcta de populismo.
Por ello, resulta obligada una revisión al diccionario. Para Obama, el fenómeno que empieza a vivirse en todo el mundo desarrollado no es populismo. Para Obama, conforme a la definición correcta del término –no la peyorativa que suele dársele–, él mismo es un “populista”. El Presidente norteamericano quiso profundizar su ataque a Trump y pasó a amolar al mexicano. Para Obama, Trump representa el renacimiento del “nativismo”, ¿qué significa eso?
Las traducciones literales son engañosas y erróneas, por ello se ha incurrido en muchos errores al copiar literalmente términos de la legislación estadounidense, por ejemplo: llamar Suprema Corte a lo que debe llamarse Corte Suprema; o hablar de “bandos de policía y buen Gobierno” al referirse a los ordenamientos municipales conocidos como “Policies and Good Government”, es decir, “políticas y buen gobierno”. “Policies” significa política, no policía.
Si buscamos el significado de la palabra “nativismo” en español, la Real Academia Española nos remite a “innatismo”, teoría filosófica que afirma la existencia, en los seres humanos, de ideas o estructuras mentales previas a la experiencia. Mientras tanto, el “Merriam-Webster” dice que es una política que favorece a los habitantes nativos y se opone a los inmigrantes.
No me propongo defender a Peña, pero la mayoría de los mexicanos y estadounidenses solemos dar a la palabra populismo el sentido peyorativo que utilizó el Presidente de México. La prensa estadounidense antiTrump también suele darle ese significado; por eso me parecieron excesivas las burlas.
Ni la prensa de Estados Unidos, ni la de Europa vieron error en lo dicho por el mexicano; señalaron que Barack Obama quiso ir más allá: Donald Trump es un xenófobo, un “nativist”, que se opone a toda inmigración a su país. Le faltó poco para decir que se está viviendo una ola de racismo sin precedentes en una campaña presidencial.
Naturalmente, en México la atención se centró en el ridículo que Obama hizo pasar a Enrique Peña Nieto, asunto que no recogió la prensa extranjera. Cada quien entiende lo sucedido a su manera. Lo interesante, en el fondo, consiste en si fue o no intencional la crítica a Peña Nieto. Si lo fue, debemos concluir que el Presidente de Estados Unidos hizo leña del árbol caído y, de pasada, atacó a Trump. Si lo hizo sin intención, deja ver la importancia que se concede al Presidente de México en una cumbre trilateral.
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