Tráfico vehicular, problema que crece en Saltillo

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Tráfico vehicular, problema que crece en Saltillo

Las vialidades de Saltillo se saturan a diario con tráfico vehicular a distintas horas del día.

Me doy cuenta —sin salir a la calle— porque una aplicación del celular me avisa cada cierto tiempo: “Tráfico más lento de lo normal, retrasos hasta de 15 minutos”.

Según el Instituto Mexicano para la Competitividad en Saltillo: “El consumo de gasolina no es proporcional al volumen de vehículos en circulación, lo que sugiere un área de oportunidad en la eficiencia de la flota vehicular. La capacidad vial es insuficiente y los problemas de saturación son permanentes”.

Por otra parte, el gasto de la población con menores recursos en transporte público está muy por encima del porcentaje recomendado sobre el ingreso; quiere decir que los medios de transporte son ineficientes en sus rutas.

Hay un problema añejo: Las “combis” se detienen en el lugar que se les da la gana para subir o bajar pasaje; pensar en que pasen en un horario fijo es demasiado pedir.

Las unidades contaminan desde tiempos inmemoriales y, en plena época de calentamiento global, circulan impunes. El problema es que no monitoreamos la calidad del aire y por tanto no se pueden implementar medidas como el “hoy no circula”.

Sólo nos damos cuenta de que algo no está bien con el aire que respiramos cuando los alergólogos tienen llenos los consultorios.

La nota de VANGUARDIA hace una crítica de la manera de manejar del saltillense: “Rápidos, furiosos e imprudentes”. Se reportan numerosos impactos entre autos.

El filósofo Sloterdijk dice que el automóvil es un útero con ruedas, que supera al biológico en la sensación de autonomía y movimiento independiente. Para este filósofo, un carro es una cueva platónica construida alrededor del conductor, esta cueva viajera privada nos ofrece la vista de un mundo que pasa ante nosotros.

El carro también tiene un componente de comportamiento primitivo competitivo y agresivo. “Me echó la camioneta encima”.

Cuando las personas civilizadas se sientan al volante tienen una regresión gradual de su ego adulto hasta un molusco intrauterino. Y en todo nivel de desarrollo psicológico el carro reproduce tensiones y agresiones en el proceso.

Ahora entiendo a los choferes de combis. “El mito del rey de la carretera y las proyecciones infantiles de poder, chocan entre sí. Las personas débiles tienden a representar dichos mitos de forma agresiva y usan el vehículo para expresarse”.

Dice Umberto Eco: “En el momento en el que uno se sube a un taxi, surge el problema de una correcta interacción con el taxista. El taxista es un individuo que conduce todo el día en el tráfico ciudadano —actividad que lleva o al infarto o a los delirios neuronales—, en conflicto con otros conductores humanos. En consecuencia, está nervioso y odia a cualquier criatura antropomorfa”.

Ante la inconformidad que se generó entre los taxistas por la llegada de Uber a Monclova y Piedras Negras, el gobernador Rubén Moreira Valdez dijo algo muy sensato: “A los dueños de las concesiones yo les diría lo que sucedió en Japón, Uber no funcionó porque el servicio de taxis es tan bueno que nadie se subió a un Uber, en Japón tienen servicio de taxis limpios, correctos, así es la competencia”.

La mayoría de los ciudadanos quiere tener su carro, es como una obsesión. El Gobierno aprovecha para cobrar su cuota a los vehículos y algún diputado propone legalizar los autos “chuecos”.

Hay quien sostiene que manejar es una de las actividades que dan más placer al ser humano. Son los mismos que están en contra de los vehículos que se manejan solos. Creo que la tesis de ese estado de felicidad en choferear, sólo toma en cuenta el conducir en vialidades libres de tráfico.

jesus@hotmail.com