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UAdeC: ¿Rectoría débil?
Existen tres monolitos de la gobernabilidad en Coahuila: la UAdeC, la CTM y las tres secciones magisteriales; 5, 38 y 35.
Hoy, el primer monolito presenta grietas regionales por resanar: casi el 50 por ciento de las 26 facultades y bachilleratos que conforman la Unidad Saltillo votaron en contra del rector electo, Salvador Hernández Vélez, y optaron por convocar a nuevas elecciones. Dos escuelas de la Unidad Norte se sumaron a las 12 de Saltillo.
Sin embargo, desde Torreón, Manuel Medina Elizondo (el decano de la operación electoral universitaria), con la obertura de Guillermo Tell de fondo; cruzó el desierto disfrazado de Llanero Solitario y galopando su fiel caballo Plata llegó jadeante hasta Saltillo para entregarle a Salvador el triunfo definitivo: 10 mil 616 votos a su favor con apenas 2 mil 157 estudiantes por nuevas elecciones.
En total, 8 mil 459 estudiantes votaron contra la reelección de Hernández Vélez: el doble de los 3 mil 872 alumnos que votaron en contra de Salvador y optaron por nuevas elecciones en 2018.
¿Cuál es la diferencia entre ambas elecciones? Hoy, Saltillo es un polvorín con el potencial de estallar en cualquier momento bajo un entorno político –de tufo morenista– impredecible.
¿Qué opciones tiene Hernández Vélez para avivar o evitar esa posibilidad? La primera, adoptar una postura de arrogante soberbia y asumir que “haiga sido como haiga sido” ganó su reelección. Esta invocaría el peor escenario político para la universidad y su rectorado.
La segunda, simular acercarse a los alumnos disidentes o no, para conocer de viva voz “sus necesidades y solucionar la mayor cantidad de dificultades que tengan, derivadas no sólo de la pandemia, sino de otros factores”. Esta tendría los mismos efectos que la primera. Porque el voto por la no reelección de Salvador demuestra una pérdida de credibilidad en su gestión y en la capacidad de sus operadores para aterrizarla. Uno de los ejemplos emblemáticos es Alfonso Yáñez Arreola, hombre muy cercano a Hernández Vélez quien lo hizo director de la Facultad de Jurisprudencia en Saltillo, donde también perdió estas elecciones.
La tercera, realizar una autocrítica detallada de su gestión que pondere con humildad y realismo político –sus aciertos y errores– para escuchar y construir puentes –desde la empatía– con los estudiantes de las facultades y escuelas disidentes. Esta opción es la más difícil, pero es la única que permitiría transformar una debilidad en fortaleza y apuntalar la universidad y el legado histórico de Hernández Vélez como rector.
De la decisión de Salvador dependerá sí la Unidad Saltillo de la UAdeC es hierba seca para incendiar la gobernabilidad electoral de Coahuila o no.