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A un año del combate a ISIS, un balance
Un fantasma recorría la Asamblea General de Naciones Unidas durante los discursos de este año. Era el fantasma del Estado Islámico, las muy diferentes visiones para enfrentarle, los intereses que se conectan con esas distintas estrategias de combate, y por supuesto, la crisis de refugiados que estalla, en parte, por causa de ese conflicto irresuelto que es el sirio. Así que a un año de la estrategia de Washington y sus aliados para “degradar y destruir a ISIS”, intentamos un balance.
El ISIS que hoy conocemos como un subproducto de dos conflictos —el iraquí y el sirio— resulta mucho más complejo de lo que en principio aparentaba. ISIS se comporta a veces como grupo terrorista; otras, como grupo insurgente, otras como ejército. Al mismo tiempo, ISIS se proyecta como un Estado, lo que le convierte en una idea franquiciable o exportable. Ello, ante unos, produce terror y urgencia de contenerle; ante otros, produce atracción.
La idea de Washington, era que los bombardeos a ISIS debían ser acompañados de combates terrestres por parte de milicias afines a Occidente; en el caso de Irak, milicias kurdas y milicias sunitas. En el caso de Siria, la propuesta fue armar y entrenar milicias “moderadas”, que pudieran combatir al mismo tiempo contra ISIS, contra otras milicias hostiles, y contra Assad.
Hasta ahora, se ha confirmado que: (1) Los bombardeos han podido contener el avance material de ISIS, pero por sí solos, no podrán cumplir con el objetivo; (2) Tanto en Siria como en Irak, las milicias kurdas han conseguido mayormente contener a ISIS; (3) En Irak las milicias que han obtenido las mayores victorias en contra de esa organización islámica no son las sunitas, afines a Occidente, sino las milicias chiítas, entrenadas y financiadas por Irán, uno de los mayores rivales de varios países que conforman la coalición liderada por EU; (4) En Siria, los grupos rebeldes que Washington entrenó y preparó para combatir a ISIS, no han sido efectivos para esa tarea; (5) El resultado de todo ello es que ISIS ha tenido victorias y también importantes derrotas, pero su “degradación” parece improbable en el corto o mediano plazo; (6) En cambio, su expansión como idea franquiciable no parece tener fin. Cada vez hay más grupos que adoptan su nombre y sus metas.
Por último, lo más nuevo en todo este panorama, es la decisión de Putin de hacer de la lucha contra ISIS una bandera más para robustecer su presencia militar en Siria, y con ello garantizar sus intereses de largo plazo en la región, lo que complica enormemente el escenario para Washington y su coalición.
Como vemos, por ahora, los avances de la lucha contra ISIS, si acaso los hay, son escasos. El panorama para “degradar” a esa organización no es demasiado optimista. Aún así, si hubiera que empezar por algún lugar, habría que debilitar los factores que han propiciado su crecimiento: la nada simple tarea de generar condiciones de paz en los dos países de donde ISIS emerge, Irak y Siria. Pero para ello, las potencias tendrían que flexibilizar sus posturas y diseñar estrategias alternativas para buscar satisfacer sus intereses, las cuales no incluyan tenerse que pelear las unas con las otras. ¿Imposible?
Twitter: @maurimm