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Un tema incómodo

Niños, odio tener que decirles esto, pero el tiempo se nos agota, el año llega a su fin y necesitamos desahogar un importante tema que tenemos pendiente.
Me resulta más incómodo el hablar con ustedes de esto que intentar explicarle a un hijo sobre la reproducción de las flores, las abejitas y las Kardashian (de hecho, nomás por no tener esa embarazosa conversación es que no he tenido hijos).

Pero ya es imposible aplazar un solo día más la discusión de este penoso hecho.

Enfrentémoslo como adultos y hablemos de una buena vez sobre la inminencia del retorno del némesis de esta columna, el Mentor de la Oscuridad,  el Docente de las Tinieblas, el Educador del Mal, sí, Humberto “El Profe” Moreira (se oye música ominosa, como de Celso Piña).

Aunque en su momento celebramos públicamente el encarcelamiento del ex gobernador coahuilense, cierto es también que su posterior y casi inmediata liberación sólo fue —junto al fallecimiento de Prince y de Juanga— uno de los muchos eventos que marcaron al 2016 como el peor año en lo que va del milenio (para dejarnos con esa amargura, mejor ni lo hubieras aprehendido, España).

Humberto desde entonces ha administrado con muchísima prudencia (cosa que no es uno de sus rasgos característicos) sus apariciones públicas. Ha sostenido reuniones discretas con su base de bienquerientes (el feudo de las lideresas) y ha cilindreado a dos que tres changos que aun creen en él, como tanteando el terreno para una posible nueva incursión en las urnas.

Desde su debacle, “Beto Bailador” le cogió una aversión a las cámaras y micrófonos y hoy se decanta mejor por los comunicados escritos: “¡Oh, carta de Humberto! ¿Qué me dirá?”.

Pero no es una romántica canción epistolar a cargo de Los Terrícolas, sino la manera en que “El Profe” responde a los señalamientos que en su contra no dejan de formulársele.

Alguien con esta inusitada fobia social, ¿está apto para ser candidato? Él en su delirio considera desde luego que sí, pero el sentido común nos grita que no. Humberto es flanco abierto para impugnar a todo el priísmo. Tenerlo en las calles haciendo proselitismo, pidiendo el voto, besando señoras “lushonas”, haciendo sus gracejadas y practicando sus pasos de baile es la oportunidad que esperan todos los medios para hacerle un montón de cuestionamientos por demás interesantes, y los ciudadanos en general, para lanzarle todas las recriminaciones posibles.

Sí, la Presidencia de Enrique Peña Nieto le ha dado el espaldarazo como a uno de sus principales mecenas, restituyéndolo ante la sociedad como Consejero Nacional del Revolucionario Institucional. Pero ello no le sirve de nada al profe bailarín, es un cargo eminentemente honorario. Lo que ocupa con urgencia Moreira Valdés es un puesto de elección que le permita gozar de las bondades de ese salvoconducto para la corrupción llamado fuero si ya lo decíamos, que la membresía tiene sus privilegios).

Y es que aunque no existe instancia federal o estatal que persiga a Humberto por ningún delito, lo mejor es estar prevenido por lo que se venga. El anhelado fuero le permitiría a Humberto hacer una pausa, darse un respiro para reorganizarse y quizás de paso emprender acciones legales contra toda la prensa que lo difamó (inocentecriaturita) .

De cierta forma sería muy deseable tener al profe como candidato. Obvio, sí me da miedito que en las urnas se imponga el déficit de ácido fólico sobre la sinapsis, pero sería la ocasión de confrontar al autor de la catástrofe coahuilense con su ignominia.

El PRI no necesita a Humberto en campaña, haciendo declaraciones picudas y recordándole a la gente puerta por puerta el significado de “Moreirazo”. El PRI tampoco puede deshacerse de uno de sus principales padrinos, pero sí preferiría que se retirase unos 25 añitos a ver Netflix.

Y dado que es posible que la eventual candidatura de Humberto encuentre una encendida oposición de los ciudadanos medianamente enterados, no sería raro que su partido le garantice una curul por la vía de representación proporcional o plurinominal, para que acceda a su ansiado fuero sin someterse al desgaste de la elección.

¿O qué tal meterlo como complemento de fórmula? Es decir: suplente de un candidato “Juanito”, que una vez diputado ceda el cargo a favor del “Profe”.

No, si la política mexicana nos ha enseñado que siempre se puede (“life will find a way”, decían en aquella película sobre dinosaurios y aplica también para los antediluvianos reptiles tricolores).

Qué más quisiera yo, amigo lector, preciosa lectora, que ser el portador de las buenas nuevas y anunciarle que Humberto no regresa a Coahuila sino a enfrentar los cargos que le resultasen como responsable de su catastrófico sexenio.

Pero no. Si algo hizo bien y a tiempo Humberto fue invertir en su impunidad a mediano y quizás largo plazo. Así que es probable que lo tengamos pronto entre nosotros agriándonos el 2017.

A usted, que es persona bien nacida, encarecidamente le encargo: haga manifiesto su repudio así como su reclamo de justicia y de rendición de cuentas.

Hágaselo patente si lo llega a ver en las calles de esta ciudad, expréselo en las redes sociales y por supuesto, hágalo manifiesto con su voto de llegar a ser necesario. Urge un nuevo TUCOM, eminentemente civil, ciudadano, para obstruirle el acceso al fuero a quien aun tiene mucho que responder ante la Justicia así escrita con mayúsculas: Justicia verdadera y no el remedo  al que nos tienen acostumbrados

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