Una eterna necrológica…

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Una eterna necrológica…

Un día estamos vivos, sí, pero al siguiente podemos estar listos para el cementerio

La carga ya es pesada. Harto pesada. Los muertos, nuestros muertos pesan como fardo en la espalda. Pesa el dolor acumulado, la tristeza y el llanto contenido. Temporada de muertos los cuales casi todos se van solos, en soledad. Temporada de vida ingrata, nebulosa, época de niebla perpetua y llovizna sin fin en todos los campos del saber y la vida cotidiana. Época de una eterna y triste nota necrológica…

No bien me había referido en este espacio de VANGUARDIA a tres sentidas muertes, como lo fueron la del maestro Javier Villarreal Lozano, la de la intelectual Magaly Sánchez Cuéllar y la del aristócrata del pensamiento, el sabio abogado Manuel Horacio Cavazos Cadena, el pasado lunes 22 de febrero, la maldita parca de nuevo volvió a tocar la puerta de un ser humano querido y admirado en todo el territorio nacional: murió el ilustre chiapaneco Francisco Mayorga, escritor, antropólogo y gastrónomo. Hombre de letras e ideas, el cual visitó Saltillo varias ocasiones en ese evento anual el cual ya es referente nacional: “Guerreros del maíz”, concepción y estrategia de la promoción de la gastronomía mexicana, bajo la égida del chef internacional, Juan Ramón Cárdenas.

De hecho, la mano generosa de Cárdenas me acercó el verbo y letras del escritor Paco Mayorga. Así también la de muchos otros invitados los cuales han desfilado por los fogones de “Don Artemio” y en “Guerreros del maíz”. Las heridas en el alma jamás cicatrizan. Son eternas y sólo va declinado un poco de dolor con el paso de los años. Pero siguen abiertas. Juan Ramón Cárdenas, visiblemente afectado por la muerte de su amigo, ese día me dijo de haber sido un día muy triste en su vida. Le creo. El gran Francisco Mayorga padecía un cáncer de estómago el cual al final de cuentas, le arrebató la vida. Pero, se fajó como los meros hombres y aguantó el embate de la terrible enfermedad con garbo y donaire.

¿Qué hacer en esta época oscura, insegura y de pestilencia sin final? Un día estamos vivos, sí, pero al siguiente podemos estar listos para el cementerio. Ya ni amortajados, sino reducidos a bíblica ceniza. Solo polvo. ¿Cómo enfrentar estos tiempos convulsos y amargos? No lo sé. Soy el menos indicado para recomendar algo al respecto, debido a mi proverbial pesimismo cioranesco. “La conciencia es amargura/ la inteligencia es decepción”, rezan a la letra unos versos del poeta Vicente Huidobro. Aunque me ciño a ellos, debemos de romper con eso, precisamente. El pésimo manejo de la pandemia por parte de Andrés Manuel Obrador y su inútil zar, Hugo López-Gatell, obligan a poner toda nuestra inteligencia y conciencia en esto llamado vida y exigir resultados concretos, tangibles y no palabrería huera y cotidiana que receta a sus miles de claques y seguidores. Hasta el viernes 26 de febrero, AMLO llevaba la friolera de 546 conferencias de prensa “mañaneras”. Una desmesura, una pérdida de tiempo para no ejercer el poder y no gobernar como lo necesita y le urge a este país.

Esquina-bajan

No obstante su juventud, el gran Paco Mayorga lucía envejecido en los últimos días de su vida terrena. El cáncer es una enfermedad que de a poco, nos va secando. Paco Mayorga fue y es un referente de la cocina y de la investigación gastronómica en Chiapas y todo el sureste mexicano. Más de 13 libros publicados le valieron la medalla “Ricardo Muñoz Zurita” en reconocimiento a su trayectoria y apoyo a la gastronomía de Chiapas. Dicho reconocimiento se lo otorgaron en el año 2019 de manos de la Asociación Civil Culinaria Mexicana.

Entre los libros de Francisco Mayorga destacan: “Recetario zoque de Chiapas”, “Recetario coleto de Chiapas”, “Guía y recetario del tamal chiapaneco” y “Chiapas: viaje culinario”. Su obra es pródiga y abundante y engloba varios aspectos y aristas identificables: recreación e investigación de recetas originales, ensayos, antologías, reportajes y abundantes notas periodísticas, hasta seminarios y el dictar charlas y conferencias bajo un palio identificable: su pasión por la gastronomía chiapaneca.

En una entrevista de decenas las cuales otorgó en vida, el escritor dijo con lujo de conocimiento: “Aunque hoy tenemos más libros y documentos que nunca sobre la gastronomía mexicana, éste sigue siendo el tema fundacional de todos los mexicanos, porque la cocina puso raíces muy profundas  y todas están muy arraigadas y las llevamos en el estómago, la sangre en el oxígeno que respiramos y en el alma”. Paco Mayorga tiene razón. Debemos de estar conectados más a la naturaleza y a nuestros sentidos, que el estar atados al potro de las adicciones de Internet y las redes sociales que todo lo pudren. Vicente Huidobro dice en uno de sus versos de “Altazor”: “No hay carne que comer el planeta es estrecho/y las máquinas mataron el último animal”. Estamos en dicha vía, nadie lo duda.

Lea los siguientes nombres señor lector: Lee Konitz, Chick Corea, Javier Villarreal Lozano, Oscar Chávez, Little Richard, Enio Morricone, Tony Camargo, Carlos Regazzoni, Manuel Felguérez, Mario Molina, Manuel Horacio Cavazos, Ernesto Cardenal, Arturo Rivera, Milton Glaser, Helen Reddy, Carlos Ruiz Zafón, Jaime Augusto Shelly, Luis Sepúlveda, Paul Leduc, Alan Parker, José Vicente Anaya… todos ellos muertos en tiempos de pandemia. La lista es larga, el dolor es eterno y son huellas en el alma.

Letras minúsculas

“Como, luego insisto” dijo alguna ocasión el gran Francisco Mayorga. Le creemos. Descansa buen amigo y gran maestro. Descansa.