Una guerra de película

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Una guerra de película

La Segunda Guerra Mundial fue, al decir de muchos, la última guerra buena que en el mundo ha habido, si es que a alguna guerra se puede aplicar ese adjetivo: buena. Supongo que sí, porque hasta guerras santas hay, bendito sea Dios. Esas guerras, dicho sea de paso, son las menos santas entre todas las guerras, ninguna de las cuales merece ser llamada santa.

En cierta ocasión pedí al club que me surte de películas algunas de las más representativas de aquella época bélica. En estos días de clausura volví a ver una de ellas. Se llama “Regreso del infierno” (en inglés “To hell and back”), y es protagonizada por Audie Murphy.

Interesante actor es éste. Por principio de cuentas no era actor: era soldado. Y no cualquier soldado: Audie Murphy es, hasta nuestros días, el militar más condecorado en la historia de Estados Unidos. Por valor en campaña mereció 24 medallas, una de ellas la de Honor, otorgada por el Congreso de su país, la máxima presea que un norteamericano puede recibir.

Ya nadie recuerda a este hombre, pero en sus tiempos —y los juveniles nuestros— fue una figura de importancia en la pantalla. Nació en un rancho de Texas el año de 1920, hijo mayor de una familia pobre de campesinos que trabajaban como jornaleros en una plantación algodonera. Su padre murió cuando él estaba apenas empezando la escuela secundaria, y el muchacho tuvo que dejar los estudios para sostener a su madre y sus pequeños hermanos. Encontró refugio —y mayor salario— en el Ejército, y después de un breve entrenamiento fue enviado al frente de batalla. Combatió en el norte de África; participó en la invasión de Sicilia; estuvo en las batallas de Anzio y de Cassino... En todos esos hechos de guerra se comportó con heroísmo. Tenía sólo 19 años de edad.

Al regresar a Estados Unidos su fama de héroe de la guerra y su atractiva presencia —tenía un rostro juvenil que expresaba integridad y franqueza— lo hicieron ser buscado por los productores de Hollywood. Hizo películas de guerra, claro, y también de vaqueros, casi todas de escasa calidad. Luego la vida se le volvió un problema. Su escasa experiencia en los negocios lo llevó a perder todo el dinero que había ganado en el cine. En 1968 se declaró en quiebra y estuvo a punto de ir a la cárcel por sus deudas. Dos años después se vio envuelto en un escándalo cuando fue acusado de intento de asesinato tras golpear a un hombre en un pleito de cantina. Finalmente en 1971 murió al estrellarse la avioneta en que viajaba con amigos.

Cosa extraña: aquella película que mencioné, “Regreso al infierno”, es una muy buena película. Murphy no sabía actuar, y por eso actúa muy bien. Además el filme es un relato de su vida militar, y eso añade valor a la trama, de suyo muy bien llevada.

Recordé la época gloriosa del Cinema Palacio, aquellos años —los cuarentas— de nuestra niñez, y pensé que estos tiempos de ahora, cuando supuestamente no hay guerras, son para nosotros los mexicanos, en muchos sentidos, peores que aquellos de la Segunda Guerra Mundial.