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Una historia de atracos llena de romanticismo
Esta es una historia de amor de esas bonitas. Una donde la pasión -cueste lo que cueste- está por encima de cualquier cosa, llámese ésta salud, seguridad, economía, educación, diplomacia exterior y también la interior, campo, turismo, empleo, sindicalismo, pobreza, riqueza, conservadurismo, neoliberalismo, transformación, evolución y la revolución.
Sin faltar los próceres revividos por las arengas ideológicas sin su consentimiento y es más, sin siquiera el de sus descendientes, como la vez aquella que el futbolista vuelto gobernador invitó al presidente a la casa de un bisnieto de Emiliano Zapata y casi fueron corridos a patadas cuando los dos políticos se pusieron a infamar el recuerdo del Caudillo del Sur.
Les platico: El corazón es lo que viene a darle el contrapunto a cualquier serie de acontecimientos fallidos, porque es más fácil que las palabras huecas hagan su víctima a ese órgano vital, que al otro, el que habita -no siempre- en el envase que tenemos por encima de los hombros.
Antes de que el actual régimen instaurara su poder en el Palacio Nacional, las historias sexenales resultaban aburridas de tan vacuas y predecibles que eran:
El pelele bobo de un sistema: Fox; el engreído por el yunque de la religión: Calderón; el cilindreado cual mono: Peña Nieto y antes de ellos, los rapaces y descarados amarrados al poder mediante los incaibles con punta de goma de los santones de la IP y de los grupos de Atlacomulco, Hidalgo y Monterrey.
Pero ahora, desde el 1 de julio de 2018 y un año antes, la intimista historia del gobierno se volvió emocionante, pues trajo a escena personajes más ricos en lo emocional, con los cuales la gente tiende a engancharse, para bien o para mal.
Y en eso, los mexicanos somos obsesivos. Cueste lo cueste, nos envolvemos por todo lo alto a la pasión como Juan Escutia a la bandera y nos arrojamos al vacío con la misma heroicidad del célebre cadete.
Cuando alguien se empecina en hacer lo inesperado, conquista al público por su audacia, aunque no se libra de las mentadas de madre que le propinan otros, pero todo sea por escalar el rating.
“Que se enteren de que lo podemos hacer y entonces, saquemos toda la artillería”, es el mensaje del abanderado a sus seguidores.
Y en este escenario, hay personajes que se meten tan dentro de uno, que cuando hay que despedirnos de ellos, hasta los lloramos.
Con sus propuestas de armario viejo y desvencijado por lo austero y draconiano, conquistan corazones y estómagos, más nunca a los cerebros.
Y así gobiernan, para la moral eclesiástica de las vísceras. “Estamos en el momento de hacerlo, es de hecho nuestro tiempo. Vamos a hacerlo”, repiten como una letanía.
Y entonces, vuelan, buscando que ni el Dios de Spinoza pueda pararlos. En materia figurativa hacen un magnífico trabajo. “No importa que la gente no lo entienda, con que se lo figure es suficiente”, se vuelven a decir.
Corren en sus afanes como si no hubiera un mañana y lo que otros (los Chávez y Maduro) hicieron en 21 años, éstos quieren concretarlo en 21 meses para comérselo peladito y en la boca en junio del 2021.
Atacan al amor vinculándolo con la filosofía. La ciencia para ellos no existe porque el corazón no entiende ni razona en esas cosas.
¿Por qué se le quiere todavía? La gente se enamoró de su guion de bondad republicana y ésta eclipsa hasta ahora la maldad, la traición y los errores que se esconden en su pasado, de todas las veces que metió la pata.
Esto es lo que hace que la gente se conecte con él en sus miedos, más que con inteligencias u otro tipo de atractivos.
Y aunque al final de cuentas algo salga bien, alguien va a salir jodido.
Entonces, como aquí hay pasión, la gente se hizo adicta al personaje y en este tema, los mexicanos somos obsesivos.
¿Qué es lo que quieren? Demostrarle a la gente que alguien tan común y corriente puede ser capaz de hacer algo muy grande.
Y en sus momentos solitarios, al verse frente al espejo todos los días a las 5 de la mañana, de pronto se sorprende murmurando: “Me están dando unas ganas de contarles todo, pero no, mejor me espero, porque capaz de que estos pensamientos sean la gasolina que haga volar antes de tiempo al Sputnik que me cargo”.
CAJÓN DE SASTRE
“A sus años, pecaba de ingenuo en sus acciones, pero de un tiempo para acá, de tacita en tacita se le va llenando el depósito al niño travieso. Tan maduro para unas cosas y tan crío para otras. Intenta controlarse pero eso está por encima de su naturaleza. Es emocional y ahí radica precisamente su extravío”, dice la irreverente de mi Gaby.