Una nueva esperanza

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Una nueva esperanza

¿Qué fuerza impulsaba a exploradores como Marco Polo, Magallanes, Cristóbal Colón, Alexander von Humboldt, Charles Darwin o Jacques Cousteau a realizar sus viajes de descubrimiento? A ellos debemos hallazgos de continentes, regiones y especies hasta entonces desconocidas. Todos ellos viajaron sin saber hacia dónde iban y tampoco si regresarían. Algunos como a Magallanes o el explorador inglés Robert Falcon Scott se les fue la vida en el intento.
 
Eso mismo fue lo que impulsó a la humanidad a intentar salir de nuestro planeta. Así fue como la misión Apolo 11 logró llegar a la Luna en 1969, lo que fue un “pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”. 
 
Después de ahí el siguiente objetivo lógico fue intentar llegar a marte y luego a otros mundos, pero han pasado casi 50 años y parece que detuvimos la marcha.
 
Las grandes epopeyas de exploración humana terminaron. Planes hay muchos, resultados concretos muy pocos. La NASA insiste en que se ha trazado la meta de colocar al hombre en marte a mediados de la década del 2030, mientras aquí abajo, en la Tierra, la humanidad es una civilización que sin saberlo se extingue, tal parece que es inevitable que los humanos terminarán destruyendo este planeta. Lo digo a pesar de que hasta ahora hemos encontrado siempre la solución a nuestros problemas, pero eso el día de mañana se volverá imposible. 
 
Hoy somos demasiados y todos demandamos todo al mismo tiempo. Estamos acabando con el único planeta –hasta hoy conocido– capaz de albergar vida.
 
Por eso la insistencia de grandes mentes, como la del astrofísico inglés Stephen Hawking, que han promovido la idea de continuar y dar un nuevo impulso a la exploración espacial. Hawking dice que si la raza humana va a continuar por otro millón de años tendremos que ir a donde nadie ha ido jamás. Esa es la importancia del lanzamiento exitoso del Spacex Falcon Heavy, que la semana pasada salió rigiendo de la plataforma de lanzamiento del Centro Espacial Kennedy en un hecho que no solo modificó la historia, también el futuro de formas que ahora no podemos evaluar.
 
Y es que la tecnología que utiliza será crucial para abrir al fin la gran frontera del espacio, pues se trata de un cohete reutilizable, lo que reduce en gran medida el costo del lanzamiento, uno de los grandes obstáculos de la exploración espacial. El Falcon Heavy tiene un costo relativamente barato –para los estándares de esta industria– de 90 millones de dólares por lanzamiento, y el gobierno de los Estados Unidos ya está visualizando en este cohete la posibilidad de iniciar su regreso al programa lunar.
 
El cohete Spacex Falcon Heavy fue diseñado y construido por la empresa SpaceX, propiedad del multimillonario Elon Musk quien también dirige la compañía de automóviles eléctricos Tesla Motors. Se trata de un hombre que se ha propuesto lanzar una misión de exploración interplanetaria tripulada para colonizar marte, el cual a pesar no ser el planeta más cercano a la Tierra (es Venus) presenta mejores condiciones para poder fundar una colonia, algo que ni siquiera Julio Verne llegó a imaginar, aunque el escritor francés autor de obras como “Viaje al centro de la tierra” y “Veinte mil leguas de viaje submarino” predijo que llegaría el momento en que “las creaciones de la ciencia superen a la imaginación”.
 
Y ese momento se acerca. La potencia y eficiencia de los cohetes SpaceX pudieran permitir misiones, de ida y vuelta a través del espacio-tiempo, en la búsqueda de planetas donde poder migrar. Quizás en menos de 20 años un ser humano pondrá su pie sobre marte en lo que será la más grande aventura en la historia de la humanidad, un viaje que la NASA calcula en alrededor de 220 días, la primera vez que los humanos estarían por primera vez en dos planetas de nuestro sistema solar al mismo tiempo.
 
Y a pesar de que un probable viaje a marte preocupaba al también escritor de ciencia ficción Ray Bradbury, autor de “Crónicas Marcianas”, quien afirmaba que la llegada del hombre a marte acabaría con la vida y la civilización en ese planeta, yo espero que para el año 2030 entendamos que ya acabamos con uno: la Tierra y que ir a marte no se trata de una misión para acabar con un planeta más sino de una nueva esperanza a la humanidad.
 
@marcosduranf