Una propuesta municipalista

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Una propuesta municipalista

No es nada halagüeño lo que arrojan los datos científicos sobre el futuro de la sociedad, sino se empieza desde ahora a proyectar la transformación social, cultural, política y económica con vistas a la protección y sostenibilidad de las personas, sobre todo las de los sectores más vulnerables y marginados.
 
¿Cómo vamos a resolver esta problemática? ¿Cómo vamos a devolverle lo que en nombre del progreso se les ha quitado a nuestras ciudades? ¿No sueña usted, verbi gratia, con la recuperación de espacios en los que ahora sólo hay mugre y basura acumuladas transformándoles en un lugarcito con flores que halague la vista al mirarlo? ¿Por qué no impulsar la creación de huertos familiares como se estilaba hace décadas en Saltillo y era una fiesta el intercambio de higos, de duraznos, de membrillos o tejocotes, entre las vecinas? ¿Ha visto usted la cantidad de lotes baldíos que existen en nuestro Saltillo, convertidos en basureros, donde habitan toda suerte de alimañas, de los que reniegan todos los vecinos, sobre todos los que viven al lado? ¿Por qué no llegar a un arreglo con el dueño para que mientras no lo venda, lo limpien entre la autoridad y los vecinos y se convierte en un huerto en el que en lugar de yerbajos crezcan tomates, tomatillos y hierbas de olor, que pueden ser para el consumo de los propios sembradores o puestos a la venta y el producto de ello se reinvierta?

Las ciudades también son lugares en los que la creatividad y la generación de alternativas de solución a la problemática particular que en ellas se vive pueden darse, tenemos una emergencia de reflexiones y propuestas. Los espacios de cuidados compartidos son propicios para que la solidaridad arraigue en el ánimo de la población. La solidaridad es un valor que los mexicanos necesitamos sembrar en nuestro corazón y sobre todo en nuestra conciencia,  para que luego impere en nuestra voluntad. Necesitamos desarrollar nuestra civilidad, el apego al respeto y consideración que nos debemos como personas; es importante atender la indiferencia que nos deparamos en el trato cotidiano, pondere usted el tamaño de los abismos que hemos abierto entre nosotros, nos hemos vuelto expertos en separatismos y cada día nos va importando menos que eso suceda.
 Y esto no es sano para el animal político que somos, para el ser gregario diseñado naturalmente para vivir en comunidad. 
Es insoslayable abrir un dialogo amplio en cada ciudad, para escucharnos, no sólo para oírnos. La administración que concluye el próximo 31 de diciembre en Saltillo ha dado pasos importantes en ese “puenteo” entre la sociedad y la autoridad. 

Hay tanto que solventar. No fue fácil gobernar con una administración estatal a la que nunca le interesó olvidarse de los colores partidistas"

No ha sido fácil el trayecto porque hay demasiadas inercias que zanjar, un estilo añejo de entender la vinculación entre gobernantes y gobernados, un modo en el que el sometimiento es el motor principal del vetusto sistema de control institucionalizado. Los centros comunitarios otrora sitios para fiestas particulares rentados por las lideresas del PRI de los que no se beneficiaba en lo absoluto la colonia, fueron convirtiéndose en espacios de esparcimiento y de integración en los que había actividad para vecinos de todas las edades, sin importar colores partidistas o sin colores. Se enriquecieron con la participación de instituciones de educación superior que de manera GRATUITA fueron a enseñar inglés y matemáticas a los niños, asesoría en tareas escolares, y  a las mamás de estos niños a hacer conservas y curtir frutas y verduras. Igual se impartieron clases de zumba, de corte de pelo y belleza, guitarra, de baile regional, de cocina y confitería, y talleres para padres. Sin faltar diferentes disciplinas del deporte. Y todo gratis y sin condicionamientos de ninguna especie. 

Y se trabajó intensamente en la policía de proximidad para devolverle a la gente la confianza en quienes están destinados por mandato de ley a la prevención del delito. Y a través de un intenso programa de créditos chiquitos y colectivos se empoderó económicamente a muchos saltillenses para que se volvieran pequeños empresarios. Y se invirtió en espacios deportivos, el último: Parque los Nogales. Y se llevaron a las plazas en la medida de los recursos con los que se contaba juegos para los niños… ¿qué no fueron suficientes? No, no lo fueron. Y se apoyó con ahorros del municipio para infraestructura escolar. Hay tanto que solventar. No fue fácil gobernar la ciudad capital de Coahuila con una administración estatal a la que nunca le interesó olvidarse de los colores partidistas y trabajar de manera coordinada a favor de los saltillenses. Cuanto pudieron escatimar y detener para que no llegara a sus destinarios lo hicieron. Es la vieja, viejísima política de la irracionalidad, la mezquindad  y el bloqueo.

Es hora de debatir los retos en plural para llegar a acuerdos que resuelvan lo que impide el desarrollo coordinado y armónico de la población de una ciudad del Siglo 21. Se tiene que partir de un diagnóstico objetivo y de ahí establecer las líneas de acción y las estrategias a implementar. Y aquí en este punto tendrán que ser bienvenidas todas las propuestas que sumen para alcanzar el objetivo. Por eso privilegiar el dialogo entre autoridades y sociedad es opción, la mejor opción.