Verdad jurídica vs. verdad política

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Verdad jurídica vs. verdad política

En la decreciente efervescencia postelectoral permanecen dos verdades en pugna: la verdad jurídica, pintada PRI, y la verdad política, coloreada PAN. 

La verdad jurídica es sencilla: el INE nunca publicó en el Diario Oficial de la Federación las Reglas de Fiscalización utilizadas para dictaminar el rebase de gastos de campaña de Miguel Riquelme. Razón por la cual, carecen de toda validez.

Si esta verdad permanece, Riquelme sería ungido gobernador constitucional el 30 de noviembre de este año.

Para sellar esa posibilidad, ayer Riquelme fue recibido, en su carácter de gobernador electo, por el presidente EPN.

Hoy la verdad jurídica no sufre de vientos huracanados a su alrededor.

Por otra parte, la verdad política es compleja. Sin mostrar las actas de las casillas a su favor, el PAN optó por construir esa verdad.

¿Qué hizo? Exigir la nulidad electoral.

Para ello, juntó a los candidatos perdedores en torno al Frente por la Dignidad de Coahuila e impulsó denuncias de fraude electoral masivo –no todas ausentes de verdad– mediante un uso estratégico de redes sociales y medios de comunicación estatales y nacionales.

Responsabilizó del fraude, al IEC y al Gobierno Estatal. Exacerbó la justificada indignación de clases medias y altas ante la falta de explicación del origen y destino de la deuda. Organizó marchas multitudinarias y cabildeó su lucha en el INE, el Tribunal Electoral Federal y las cúpulas de Gobierno Federal.

Hasta hoy, su único logro fue forzar a siete de 11 Consejeros del INE a dictaminar el rebase de gastos priista con Reglas de Fiscalización inválidas.  

Peor aún. Los operadores de esta verdad están contra la pared: Ricardo Anaya enfrenta serias denuncias por prácticas corruptas.

El Tribunal Electoral Federal instruyó al INE investigar a Memo Anaya por usar 70 de millones de pesos, de origen desconocido, para comprar votos en el pasado proceso electoral.

Por eso, esta verdad enfrenta embates de un huracán categoría 5 con vientos de 250 kilómetros por hora.

Pero la política es veleidosa: ¿qué verdad ganará?