Vito Alessio Robles, padre de la historiografía del Noreste

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Vito Alessio Robles, padre de la historiografía del Noreste

De manera interna y con los lineamientos recomendados a propósito del COVID 19, se conmemoró el 141 aniversario del nacimiento del historiador que da nombre al Centro Cultural Vito Alessio Robles. Hoy lo recuerdo en esta entrega.

Esta ciudad de Saltillo vio nacer, el 14 de agosto de 1879, al que posteriormente sería considerado el Padre de la historiografía del Noreste: Vito Alessio Robles, un hombre que a lo largo de su vida y no obstante sus diversas actividades, talentos y ocupaciones, supo mantener inalteradas sus convicciones, aun en medio de las circunstancias más desfavorables y peligrosas. Su biografía deja ver sus múltiples facetas: ingeniero militar, revolucionario, diplomático, periodista, profesor, político, polemista, historiador, maestro y bibliófilo.

Patriota por convicción, participó en el proceso y la consolidación del movimiento revolucionario en el País. Hombre íntegro hasta el final, la persecución, la cárcel, las amenazas de muerte, el exilio y la pobreza no lograron doblegarlo. Testigo de las luchas de las facciones políticas por el poder, pudo salir ileso, no sin sufrimiento, en el tránsito por esa senda plagada de aristas y de tentaciones que a otros les costó la honra y los ideales.

Los años que van de 1925 a 1939 fueron para él una etapa de contrastes plena de amarguras. De haber sido embajador en Suecia pasó a ser candidato de oposición al gobierno del estado de Coahuila y de ahí al exilio político. A su regreso a México encontraría todas las puertas cerradas. Como salida a su difícil situación pensó en vender su biblioteca, un último y doloroso recurso cuyo sólo pensamiento le hizo sentirse “como un navío desmantelado”, según lo registró en su diario. Hoy, el Centro Cultural que lleva su nombre tiene a mucha honra ser la casa y el resguardo de su biblioteca, un valioso legado que enriquece notablemente el patrimonio cultural de los coahuilenses.

El exilio había abierto al intransigente político oposicionista el camino de la Historia. En las ricas colecciones documentales de la Universidad de Texas en Austin, nutrió su primera gran investigación que tomó forma en el libro “Francisco de Urdiñola y el norte de la Nueva España”. Mientras luchaba por el sustento de su familia, colaborando en los periódicos e impartiendo clases, logró consolidar su obra cumbre: “Coahuila y Texas en la época colonial”, y “Coahuila y Texas desde la consumación de la Independencia hasta el Tratado de Paz de Guadalupe Hidalgo”. Luego vendrían otros libros, entre ellos: “Acapulco en la Historia y en la Leyenda”, “Monterrey en la Historia y en la Leyenda”, “Saltillo en la Historia y en la Leyenda” y “Mis Andanzas con Nuestro Ulises”, ácido retrato de José Vasconcelos, antiguo compañero del Partido Nacional Antirreeleccionista. Su amplia bibliografía le ha merecido a don Vito el título de Padre de la historiografía del Noreste.

Luego de largos años de persecución, exilio, trabajo incansable y precariedades, sin abdicar su derecho a emitir juicios despojados de concesiones, las cicatrices abiertas de las viejas contiendas se fueron restañando. Casi al final de su vida recibió los reconocimientos tantas veces negados por las pugnas políticas. El Gobierno de Coahuila reconoció su mérito histórico, la Academia Mexicana de la Historia le hizo miembro de Número y la Secretaría de la Defensa Nacional le nombró “historiador”, reconoció su antigüedad militar y le concedió retiro con el grado de General Brigadier. Su faceta de profesor le rindió frutos personales, su antigua clase de matemáticas en el Colegio Militar y la cátedra de Provincias Internas en la UNAM. El esfuerzo no había sido en vano, escribió en sus memorias: “El título de maestro es, de todos los que he podido ostentar, el que más me halaga”. Don Vito falleció en 1957.