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Vive y deja vivir
Tiempo atrás el Papa Francisco dijo a los jóvenes: “Todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad buscan la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda de un bien que pueda saciar su sed de infinito? (…) “Atrévanse a ser felices” (…) “No olviden: la voluntad de Dios es nuestra felicidad”.
Y también dijo: “felices son los que saben perdonar, que tienen misericordia de los demás, que no juzgan todo y a todos, sino que buscan ponerse en el lugar del otro”.
Posiblemente para logar esto requerimos renovar nuestro personalísimo ámbito espiritual, ahí donde es posible transformar los obstáculos en oportunidades, lo negativo en positivo, las penurias en anhelos, el odio convertirlo en amor y misericordia.
En este sentido, sería recomendable aprender a ver la luminosidad que ofrece la vida en cada instante.
Distintas realidades
Pero ¿cómo apreciar el lado soleado de la vida? ¿Acaso existen formulas que nos ayuden a “vivir” plenamente? ¿Habrá algo así como esa “piedra filosofal”, tan buscada por los alquimistas medievales que permita alcanzar la plenitud? Pues bien, para José Luis Martín Descalzo, el escritor español, si existe una fórmula, una piedra filosofal que permite que las personas podamos vivir una existencia gratificante.
El autor comenta que los humanos tenemos dos grandes realidades: una temporal - efímera - y otra eterna. Verdades que día a día se nos presentan entremezcladas, y que, por desgracia, casi siempre preferimos apegarnos a esa que tiene que ver con las máscaras, con lo superficial y temporal.
La actitud hace la diferencia
Es por esta razón, por ejemplo, que podemos entender la causa por la cual, cuando vemos a dos personas haciendo un mismo trabajo, una de ellas podría estar vociferando sus tragedias y penurias, mientras la otra se encuentra concentrada y serena.
Podríamos aplicar este razonamiento a cualquier caso: estudiantes desalentados y alumnos con el alma entusiasta, a flor de piel, dispuestos a dar siempre un poco más. Personas enfermas, quejándose, y otras con la misma dolencia, tranquilas, como poseídas por el profundo significado de sus propias afecciones.
Matrimonios que viven en continuo desamor, alejados, y otros, en cambio, que han descubierto que en los tiempos difíciles es cuando hay que recordar las promesas que se hicieron al inicio, que es cuando, precisamente, hay que renunciar al egoísmo , que es cuando hay que poner en práctica eso que dice “en la enfermedad y en la salud….”
Empresarios que exclusivamente buscan beneficios personales y otros que han descubierto que son instrumentos para que otros seres humanos logren fines inmensos.
Políticos insaciables y soberbios que se enriquecen ilícitamente y otros fieles a sus convicciones, que saben la grandeza de servir.
Jóvenes aburridos disparando sus vidas en las quejas estériles, en el infierno de adicciones o en la comodidad de la apatía y, por otra parte, muchachos propositivos, repletos de esperanza, con el corazón a punto de estallar, con una permanente alegría de vivir, de emprender, de ser, que se les nota a leguas en sus limpias miradas.
Personas que están muertas antes de morir por cuajarse en el egoísmo y la indiferencia, y otras que han comprendido que optar por la generosidad es un proceso difícil, pero que ahí reside la posibilidad de ser más personas, mas humanos.
En fin, gente que le apuesta al pasado ya sea por añoranza o amargura, o que vive fuera de la realidad en un futuro imaginario, por el puro temor de vivir el presente y otros - poquísimos - que experimentan los afanes de cada día, que saben que esta es la verdadera manera de trascender sus vivencias al plano de una realidad trascendental: la eterna.
Pasos a seguir
Martín Descalzo afirma que descubrir la “piedra filosofal” para vivir a plenitud, no es un sueño o quimera alguna; de hecho, comenta, que esta “piedra filosofal” es de “fabricación casera”, ya que la materia prima para construirla habita precisamente en el corazón de cada persona. Es ahí - nos dice - en donde podemos realizar una “alquimia mística” que hace posible que dominemos la realidad temporal y así liberarnos de la angustia inherente a nuestra frágil condición humana.
¿Cómo hacer posible esta alquimia? ¿Cómo descubrir esta piedra filosofal? José Luis nos regala algunas ideas en las cuales podríamos sustentar la búsqueda de nuestra piedra filosofal:
• “El primero, y más importante, es tener algún ideal para cuya consecución lleguen a importar bien poco los fracasos y las dificultades.
• Tener fe en el futuro y confianza en la vida. Asumir cada día los problemas de hoy en lugar de ponerse a sufrir anticipadamente por los que podrían tal vez llegarnos mañana.
• Tomar y vivir la decisión de pensar mucho más en lo posible y bueno que ya tenemos que en las zonas negras que tendremos que cruzar. Hablar del bien; no revolver los residuos de los fracasos.
• Creer descaradamente en el prójimo y preferir ser engañado una vez por él a pasarnos toda la vida desconfiando de todos.
• Amar sin preguntarse si nos lo agradecerán, estar seguros que, a la larga, incluso en este mundo, el amor acaba funcionando y también nos querrán más de lo que merezcamos.
• Despertarse cada mañana como recién nacidos.
• Sonreír aunque no se tengan ganas.
• Aprender de los niños, aprender de los santos.
• No ser demasiado ambiciosos. Querer pocas cosas, pero quererlas apasionadamente.
• Dar tiempo al tiempo, sabiendo que los frutos maduran lentamente.
• Recordar al menos cuatro o cinco veces al día que tenemos alma y alimentarla tanto como al cuerpo por lo menos.
• Hacer, si se puede, un trabajo que amemos. O si no, al menos, amar lo que tenemos que hacer.
• Descubrir que casi siempre los disgustos que nos llevamos son mayores que los motivos que los causaron.
• Creer en algo muy en serio. Luchar por ello. Seguir luchando cuando nos cansemos. Seguir de nuevo cuando nos cansemos de seguir.
• Recordar que, a fin de cuentas, todos los trucos son trucos y sólo sirven para ir descubriendo que será la gracia de Dios la que nos hará felices, porque ésa y no otra es la piedra filosofal”.
A fuerza de alma
Razón tiene Martín Descalzo. ¡Existe la posibilidad de vencer nuestra propia temporalidad! Solamente basta que todos los días nos propongamos, “a fuerza de alma”, descubrir las respuestas que nos tiene preparada nuestra personalísima “piedra filosofal”.
No hay “fórmulas” para vivir mejor, pero podemos preguntarle a la vida sobre sí misma para descubrir mejores caminos. Podemos hacernos de valor para vivir cada día con total abundancia, para comprender que lo que hoy hacemos, en esta temporalidad, sencillamente lo hacemos para siempre, lo hacemos eterno.
Sería bueno darle gracias a la existencia por el don mismo de vivir; sería bueno empezar a “recoger” el día…los sabores y sinsabores de este único día; sería bueno “darnos cuenta” que respiramos, que somos, en muchos sentidos, “pequeños seres omnipotentes”, personas con la posibilidad de encontrar nuestra personal piedra filosofal.
El primer paso
Es bueno saber que es viviendo intensamente, generosamente, como recién estrenados, como se vive plenamente. Creo que, al estilo de Martín Descalzo, todos somos alquimistas de nuestras personales existencias: algunos la transforman en oro, mientras otros simplemente en plomo o cobre.
Mucho depende de lo que buscamos, pero también de la manera en que emprendemos esa búsqueda: ese recorrido que debería desembocar en nuestro propio ser, espacio en el cual reside el sentido de la vida y también de la plenitud.
Bien lo dice el papa Francisco: “Acá los romanos tienen un dicho y podríamos tomarlo como un hilo para tirar de la fórmula esa que dice: Anda adelante y deja que la gente vaya adelante. Vive y deja vivir, es el primer paso de la paz y la felicidad”.
cgutierrez@itesm.mx
Tec de Monterrey Campus Saltillo
Programa Emprendedor