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Hace un par de columnas hice referencia a la revista Vanity Fair por haber enfrentado, y ganado, una demanda por parte de Angelina Jolie. Ahora, ésta publicación vuelve a capturar mi atención porque, en su edición mexicana del mes de septiembre, lleva en la portada a José José. Después de años enteros de estarme quejando públicamente acerca de las humillantes exhibiciones que muchas personas y medios de comunicación han hecho de quien fue conocido como el Príncipe de la Canción, por fin me encuentro con un equipo de producción que hace una presentación digna, mesurada y respetuosa de éste señor.
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José Rómulo Sosa Ortiz, nombre real del artista, ha tenido problemas de salud tan graves a lo largo de su vida que su carrera como uno de los intérpretes románticos más exitosos de Latinoamérica se ha visto empañada por sus padecimientos. En realidad, desde su debut a inicios de la década de los años 70 del siglo pasado a la fecha, ha habido muy pocos momentos en los que haya mostrado una salud plena. Una de las enfermedades que más desequilibrios y consecuencias le provoca es, sin duda, el terrible alcoholismo que lo ha tenido incluso al borde de la muerte.
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Pero lo más triste de toda su trayectoria ha sido la pérdida de la voz. Su timbre tan particular, aquellas notas limpias sostenidas por largo tiempo y la capacidad que tuvo para hacer cientos de grabaciones con una afinación prácticamente perfecta, han quedado en el pasado. Escucharlo hablar (ya no soñemos con ponerlo a cantar) con esa grave disfonía que tiene de manera permanente, provoca gran tristeza a cualquiera, sobre todo al recordar la gran estrella internacional que llegó a ser. Además, ahora que luce esquelético por el cáncer de páncreas que padece, no parece ni la sombra de si mismo.
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Es por todo esto, que se agradece profundamente lo que la publicación que mencioné al inicio de este comentario, hizo con José José. La portada lleva una fotografía muy bien iluminada en donde aparece muy delgado y canoso pero no decadente. Lleva un elegante traje oscuro que le ajusta correctamente, con accesorios contemporáneos y discretos. Su expresión luce relajada e incluso feliz. Muy lejos de esos ojos desorbitados y llenos de angustia que ha mostrado hasta la saciedad en entrevistas y apariciones públicas. El intérprete de Gavilán o paloma cumplirá el próximo 17 de febrero 70 años de edad. Esperemos que viva muchos años más pero en un retiro digno y discreto. Eso es algo que él mismo le debe a su propia leyenda.
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El clan Kardashian siempre ha tenido ese aire vulgar y cínico que tanta popularidad les ha dado a todos sus miembros. Una de las más jóvenes que, aunque no lleva el apellido, da muestras de escarnar completamente el estilo y espíritu de toda la familia, es Kylie Jenner. Con 20 años de edad recién cumplidos el pasado 10 de agosto, la hija del “ex hombre” Bruce Jenner conocido ahora como Caytlin y de la “todavía mujer” Kris Jenner, antes Kardashian, antes Houghton, ha sabido reinventarse hasta el cansansio. Como bien lo ha aprendido de sus padres. Pero el último capítulo en la vida de Kylie es lo que la tiene actualmente en todos los titulares.
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El pasado 25 de agosto, se publicaron en redes sociales unas imágenes que la revista V Magazine le hizo a Kylie Jenner para ilustrar un amplio reportaje que presentan sobre la joven celebridad. “Esta es mi primera sesión completamente desnuda. Siempre publico fotos sexys en mi Instagram, pero nunca había sido así de explícita”, dijo ella misma al referirse a las fotografías en cuestión. Cualquiera que las vea en Twitter podrá ver que efectivamente luce su anatomía completa y sin censura al llevar varios vestidos de gasa, en diferente color, completamente transparentes y sin ropa interior. Lo más evidente en todo caso son sus pezones con lo que se une a la campaña #FreeTheNipple que pretende liberar a las mujeres del tabú de las obliga a ocultarlos.
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El cuerpo desnudo, de hombres y mujeres, está bien. No debería haber nada malo en mostrarlo porque así nacimos y es nuestra naturaleza sin adornos. Pero también es importante tener claro que, en nuestra cultura, la sexualidad está llena de represiones y connotaciones negativas. Por esto mismo, sería mucho más positivo mostrar desnudos en el arte, en las redes y en los medios en general de una manera natural, estética y sin intenciones pornográficas. Y todo esto le falta a las imágenes de Kylie Jenner. Fiel a sus raíces, podemos ver en estas fotografías las características principales que ostenta su clan y que mencioné al abrir este comentario: vulgaridad y cinismo.