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¡Y todo fue una fiesta!
Los festejos a la Virgen de Guadalupe en Torreón son como una quermés. A pie de la iglesia de Guadalupe, en el corazón de la ciudad, la gente acude, camina y ríe.
Las calles de la avenida Juárez se cerraron para montar juegos mecánicos y para que entraran puestos ambulantes de comida. Las familias, chicos y grandes, llegaron la iglesia a dar gracias a la Virgen o a orar.
La calle se convirtió en una fiesta donde los más pequeños llegaron ataviados con indumentaria indígena, que simulaba la vestimenta del indio Juan Diego. Otros más vistieron a sus niños como danzantes.
Los padres aprovecharon para tomarse fotos con sus hijos o para posar en las enormes escenografías que ponían en la calle para simular el cerro del Tepeyac o simplemente, para posar como familia a un lado de la morenita del Tepeyac.
VENDIMIA, FE Y RECREACIÓN
La gente comía y degustaba de un elote, un churro relleno o una gordita de cocedor.
“Es un día de fiesta para los mexicanos”, le dijo un padre a su hijo mientras caminaban para entrar a la iglesia y dejaban atrás a los vendedores de globos, gorros navideños y rosas.
El jolgorio y la fiesta se mezclaron con la fe estoica de los laguneros. Ni el frío ni la previa nevada ni el tráfico del centro evitó que las familias visitaran la casa de la Virgen de Guadalupe.